Sáb. Abr 27th, 2024

A punto de cumplirse una semana del estallido de este supernotición, bien puede hacerse un recopilatorio del cúmulo de majaderías que se han publicado hasta el momento. Majaderías académicas, que son las que merecen respuesta. Insultos, acusaciones y amenazas, no merecen ni una sola coma.

De este descubrimiento ultra-vascónico euskaldiano, en los diferentes medios en que se ha publicado el asunto, en referencia exclusiva a la pieza ha llegado a publicarse que es única por:

-Ser de bronce y no de plomo.

-Mostrar un alfabeto único.

-Mostrar un texto en “euskera”.

-Estar grabada con puntitos.

-Ser confeccionada en Aranguren.

Ante lo expuesto, la recomendación de guardar todo lo que se pueda las publicaciones en papel, porque en las digitales llevan una semana de ediciones correctoras, poniendo digo donde pusieron Diego, que da mala gana la profesionalidad que demuestran según qué redactores.

Dicho lo cual, pasemos a demostrar la realidad de la pieza.

Sobre lo del bronce y el plomo, ya que se incluye en un texto ambiguo que no nombra a profesional alguno como autor de tal afirmación, y tratándose del descalabro intelectual que es en si mismo, la dejaremos como caído por su propio peso.

El alfabeto único, pues sí, da para reírse un rato. Constando que se nutre de signario ibérico de manual, que es con el que lo han interpretado, pues oye, que tiene su gracia. Aluden a una T que presentan como única en el mundo de la escritura del bronce, para demostrar una escritura “vascónica” que diferencia de manera irrefutable a esta inscripción del resto de inscripciones realizadas en el mundo ibero.

Pues no. Una cosa es que hasta el momento no se le haya otorgado un valor fonético, que aún están en ello, y otra, que no exista. Y para muestra, el botón sobre estas líneas. Moneda IBERA….que lo repito, IBERA, donde la T parece ser de todo menos creada en Irulegi. Pero como digo, no es caso único. Se muestra de manera clara en varias cecas iberas y celtíberas (zaragozanas, por ejemplo), e incluso se muestra como signo en las primeras hibridaciones lingüísticas, en textos escritos con signario ibérico formando palabras latinas, como lo es este otro ejemplo:

Queda claro que esta T ni es única, ni es ultra-vascónica, ni Iruleguinense.

Que muestra un texto en “euskera”, ese parto, cómo no, sólo puede publicarlo el Noticias. El resto, hablan de vascónico, que a día de hoy mismo incluso matizan ya que no tiene por qué ser el antepasado del euskera. Hasta ahí hemos avanzado en sólo una semana. El que en una lectura realizada desde el alfabeto ibero del noreste, la primera palabra sea sorioneku, tanto puede parecerse a un hombre afortunado, como a un soriano de grandes dimensiones. La muestra palmaria de que ese texto nada tiene de vascónico es que, de serlo, se encontrarían similares “parecidos” para el resto de palabras que conforman el texto, más o menos ajustadas al uso actual. Y no. No saben por dónde cogerlas. Pero ni por dónde empezar a “traducir”.

Llegamos a los punticos. Esos punticos únicos de Irulegui. Como imaginarás, tienen de únicos lo mismo que el resto de características que hasta ahora han presentado como tal. Además de no ser únicos, nos dan pie a vislumbrar algo de realidad, puesto que si algo tienen en común las piezas encontradas que muestran dicha singularidad es que son piezas GALAS. De la Galia. Esa tierra allende los Pirineos. Téseras de bronce, debidamente enmarcadas en las guerras sertorianas y por ende, contemporáneas de Irulegui, muestran antropónimos galos e incluso un claro origen en conocidas urbes del pueblo galo.

La última actualización a este punto, también publicada hoy mismo, es que ya no son los puntitos en si mismos, sino el que hayan hecho un borrador previo a los puntitos. En una semana todo esto. Dentro de un mes, la singularidad “vascónica” será que el grabador se rascó los huevos antes de realizar la inscripción, y sino al tiempo.

Y está fabricada en Aranguren, sí. Como expuse en el artículo anterior, cuestión irrefutable esta. El objeto mejor contextualizado de la arqueología española. Si bien las decenas de puntas de flecha encontradas in situ son foráneas, pues las arrojaron los pérfidos romanos para incendiar ese noble castro vascón, la mano no. La mano se fabricó ahí mismo. La fabricaron los vascones. Siguieron el modelo ibérico de tésera y emplearon el signario ibérico en el texto. Esto es demostrable sólo con ver la pieza. El que se fabricara ahí, no puede demostrarse de ninguna de las maneras, a excepción de encontrarse en el yacimiento el molde con el que la crearon, o la escoria resultante a la fundición con el mismo grado de aleación, o resto de índices de los que se carece en estos momentos. Resumiendo: que es una más de las afirmaciones gratuitas, fantásticas, que se han realizado sobre este descubrimiento que atenta directamente tanto a la ciencia, como a la inteligencia común.

El contexto está claro. Las guerras sertorianas. En el marco de esas guerras, ya es conocido para esa misma comarca la existencia de un campamento romano. El campamento de Santa Cruz de Aranguren. Además, un campamento romano identificado como perteneciente a las tropas de Pompeyo. Ese Pompeyo que penetró en la península contando entre sus filas con buen número de mercenarios galos. Del Alto Garona en concreto, donde Pompeyo tenía sus cuarteles de invierno.

Los mismos mercenarios que fueron dejando por media Hispania téseras galas labradas con punticos.

Tan difícil es ver lo evidente? O es más fácil creerse una mentira.

Sé que será jodido que con el tiempo alguno tenga que asimilar que esa tésera perteneció a un mercenario galo que, como parte de los ejércitos de la roma invasora, opresora y genocida, arrasó este asentamiento que tanto preocupa en la actualidad a los adláteres del PNV, tan obsesionados con la historia y cultura de Navarra.

Ahora vamos a su repercusión. Que Euscadilandia “exigió” la cooficialidad del euskera en toda Navarra ya se publicó ayer. No pasa de ser uno más de los malabares esperados ante este hallazgo carente de politización alguna. Particularmente la mayor barbaridad construida sobre este lodazal, es la publicada el jueves en el Diario Vasco y firmada por el historiador y divulgador Alberto Santana. Bajo el título de “Irulegui tenía el rango de capital para los vascones prerromanos”, un artículo de indudable estilo Tolkeniano nos ilustra sobre la fantástica realidad de Irulegui.

Ya en redes sociales, el autor es preguntado sobre qué fuentes han inspirado tales afirmaciones. Sobre qué base real sostiene semejantes calenturas. El resultado, lo podéis leer aquí:

Así que como manda el buen hacer, a repasar las “decenas” de publicaciones del mencionado autor sobre Irulegui, una a una, a ver dónde menciona a Irulegui como la capital de los vascones prerromanos. Y no encuentro ninguna. Encuentro que, en la obra que cita, aparecen señaladas como capitales políticas dentro de la actual Navarra (además de la obvia Pompaelo) Arrosia, Andelo, Turbil, y Corbio. Esta última con matices sobre su ubicación real. Matices acertadamente justificados a mi parecer.

Sobre Irulegui, que lo menciona de pasada, dice que pudiera tenerse:

(p.233) “ejerciendo funciones de “lugar central” siguiendo el mismo modelo de oppida que hemos visto en la zona media.”

Usea, que dada su extensión posiblemente fuese la población más grande de su valle. Algo que, hasta que no se encuentre un yacimiento mayor en esa comarca es indiscutible. Poco más abajo añade que:

“aunque en este caso siendo de menor entidad espacial y tal vez fundados en fechas algo más tardías.”

Puede extraerse de aquí que en la publicación de Armendáriz se expone a Irulegui como la capital de los vascones prerromanos?

Porque esta es la referencia amable, y siendo bien pensado es la que prefiero para exponer la posible manipulación del estudio, ya que la siguiente, encontrada en el trabajo del mismo autor sobre el campamento romano de Aranguren, dice tal que así:

(p.42)“En este sentido, las citas clásicas de la invernada de Pompeyo en suelo vascón en los años 75-74 a. C. y la supuesta “fundación” o préstamo de su nomen por una pequeña población asentada a lo largo de todo el primer milenio a. C. en un cerro levantado sobre el río Arga, lo que años más tarde Estrabón escribe ser la principal ciudad de los vascones y la ciudad de Pompeyo, podría estar de algún modo relacionada –siquiera históricamente y de forma indirecta– con la construcción y ocupación temporal de este asentamiento campamental en el valle de Aranguren“

Si ese pedazo de titular capitalino ha salido ya de aquí… tela. Esto es todo lo que he sabido encontrar sobre la capital de los vascos irredentos dentro del copioso trabajo de Armendáriz. Ahora bien, que el señor Santana siempre podrá sacarme del error publicando la cita exacta más allá de una referencia tan genérica como ambigua, que nada aporta salvo salir por peteneras. Mientras tanto su afirmación para mí seguirá siendo fantástica, política, malintencionada y nacida únicamente de la necesidad política de quienes no ha mucho le apedreaban por la calle.

Porque otro elemento más en esta ecuación ha sido el remover la escombrera. Una nueva excusa para que todo fanático de lauburu e icurriña pueda sacar impune su dedo inquisidor, y al grito de “FASCISTA!!” señale al siguiente espetón que arrojar sobre las democráticas hogueras del nazionalismo vasco. Gente ignorante por demás, de su cultura e incluso de su propia existencia, que alentados por la última panfletada vuelven a vomitar su odio en cada espacio donde ven oportunidad.

Muy asqueroso todo, la verdad.

Tan asqueroso como la vuelta a los antiguos vicios del nazionalismo vasco para con nuestra historia, amparándose en esto para volver a extender el dominio vascón hasta Ejea, Jaca, y demás lugares que se han demostrado tanto documental como arqueológicamente deberse a pueblos de filiación celtíbera sin más discusión que las planteadas antaño por esta gente, olvidando de nuevo que, desde la parte hispana, la primera referencia temporal a los vascones la encontramos precisamente en la crónica de la conquista de Jaca, donde el autor describe sin ambages que al norte, tras las montañas de Jaca y los Pirineos, los vascones. Sin interpretaciones raras ni ambigüedades. La primera referencia, y en la frente.

Que también se ha podido leer (el martes) que como la T es vascona, y está labrada en la muralla romana de Tarragona con otros tantos signos iberos, posiblemente los tarraconenses de la antigüedad fueran vascones. Así tal cual.

Y eso es lo que hay (por ahora) sobre la realidad de Irulegui, contando siempre con que el texto sea real y original, porque fue cosa del miércoles donde se puso en duda su autenticidad al afirmar que en su viaje a Suecia para realizar la prueba del carbono14 (si llegó a enviarse el bronce), la mano carecía de texto. Algo que nadie se ha molestado en aclarar si es cierto o no, y que no estaría de más que solventaran, en un tema que se mantiene a la sombra de Iruña-Veleia y sus inscripciones hechas “en broma”.

Rogelio Taboada

Alérgico a la manipulación histórica

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