Vie. Abr 26th, 2024

Se afirma que en Navarra el prerrománico es o bien escaso, o prácticamente inexistente. Para eso, para las dataciones oficiales, Navarra es una más donde las iglesias, todas ellas, florecieron en el XII. Parece ser que hasta esa fecha Navarra era un erial del que, de repente, llegados al XII comenzaron a brotar iglesias como champiñones.

El primer ejemplo de que eso no es así, lo traigo de la mano del templo más notable, antiguo y mejor conservado de arte tardo romano en la actual Navarra, que no es otro que el monasterio de San Salvador de Leyre.

Monasterio fielmente documentado por San Eulogio de Córdoba en el año de 848, demuestra ser heredero del estilo romano, y por el contrario de mostrar arcos de herradura como sus contemporáneos europeos, muestra una serie de arcos peraltados similares a los de Constantinopla y su emblemática Santa Sofía. Arcos soportados por el muy romano conjunto de capitel-columna que todos conocemos, y que es la imagen de Leyre cara al exterior que tan fácil reconocemos en la imagen principal de hoy.

En el año de 848 ya contaba con más de cien monjes según la descripción del Santo, y con la biblioteca más completa que jamás visitó. Algo que convendréis no se consigue de un año para otro. Su propio nombre nos remite a las legiones romanas, ya que los primeros usos conocidos hablan de la congregación legerense, ó directamente de Legior y Legiorensis, portando en su nombre una deriva lingüística similar a la que tuvo la ciudad de León desde el Legio original. Su fundación bien pudo llegar de mano de una de las legiones Naualis, e incluso de una de las movilizadas por los hermanos teodosianos que incluyeron en su ejército a legiones como la Septima Gemina de León.

No era raro en esos tiempos –tal y como hemos visto en el caso de Máximo César- que como condición de perdón tras perder una batalla o conflicto, se “condenase” al perdedor a una vida monástica a cambio de mantener la vida. Sabiendo que la mayor parte de los elementos reclutados eran cohortes de veteranos realistados de sus puestos guarda viarios, poco cuesta suponer que una porción del ejército teodosiano no contaba ya con edad para ir trotando por los Pirineos.

Muy cerca de Leyre, y en un enclave que resulta principal para nosotros en la actualidad, también podemos encontrar elementos altomedievales, y muy singulares. En la falda del Castillo de Javier a inicios del siglo pasado, fue encontrada una estela que se tiene como romana. Y motivos hay para tal confusión, ya que su estilo difícilmente puede distinguirse de las elaboradas en tiempos imperiales. Es el motivo de su decoración el que nos demuestra que ésta estela fue elaborada en el siglo VIII, ya que el motivo principal no es otro que la media luna invertida como símbolo de la lucha contra el Islám. Un siglo VIII donde, como vemos, el estilo principal en esta pequeña comarca seguía teniendo sus raíces en Roma.

En Pamplona sin ir más lejos, nuestra catedral muestra sus cimientos prerrománicos, encontrando también una estela de factura similar a la de Javier, cuya decoración principal son formas geométricas en el centro, entrelazando medias lunas, rodeadas de una orla de hexapétalas.

En la exposición permanente de la catedral podéis ver el tímpano del antiguo edificio tardo romano, que, sobre su singular crismón del que otro día hablaré, luce una media luna con sus puntas hacia arriba, indicativo de que el tímpano se elaboró en un tiempo anterior a la invasión mora, dejando al crismón como sustitutivo de la hexapétala.

El propio Patio de los mil años, en el complejo de la catedral, conserva un muro cuajado de rasgos prerrománicos, que si bien ha sido alterado por intervenciones posteriores y calcinaciones por diversos incendios, ha sabido conservar toda su autenticidad, y unas espléndidas y enormes saeteras. Las más grandes que he conocido.

Pero no todo es tardo romano en ésta Navarra nuestra, que los visigodos tardaron en llegar, pero llegaron, y supieron edificar con su propio estilo del que harían finalmente el estilo “oficial” de los últimos siglos altomedievales de nuestra tierra.

El uso del arco de herradura por el contrario de lo que se afirma enconadamente, no es un uso que debamos a los moros. Me reconcome el higadillo cada vez que oigo describir un arco de herradura norteño como mozárabe, o lo que es aun peor, como mudejar.

Muy señores míos, ahí están los tempos como Santa Comba de Bande, o Santa María de Melque (en la imagen), por citar sólo dos de ellos, con sus espléndidos arcos de herradura, construidos cien años antes de que el primer moro pisase la península.

El arco de herradura, o ultracircular, es innato al pueblo visigodo como pervivencia del último estilo imperial. Como sé que éstas afirmaciones también son puestas en danza por los amantes de la morería como toda solución, cualquiera de vosotros puede molestarse en buscar imágenes de Notre Dame de Nazareth de Vaison, templo que cuenta con una hermosa herradura como planta de su presbiterio, en el ábside central, siendo este templo construido….en el V. No es el único ejemplo que puede encontrarse. Bien al contrario, el estilismo merovingio está cuajado de herraduras en todas sus expresiones artísticas, y dudo mucho que se les pueda acusar de padecer influencias árabes o musulmanas cuando fueron ellos los que pararon los pies a los moros en Poitiers.

Hablaré ahora de un tema del que algo conozco: la cantería tradicional y su paso por la Historia.

Canteros tenía Hispania, y en el VIII los seguía teniendo. Llegando a las guerras arrianas que trajeron a los moros a la península, los canteros pertenecientes a las facciones visigodas arrianas más mal que bien continuaron con su oficio ya bajo mandato musulmán. Por lo menos esa generación. La predilección de los árabes por el ladrillo (y su bajo coste) y el carecer de un linaje propio de canteros en el mundo árabe, más propio del desierto que de las zonas montañosas, hizo que éste oficio se perdiese con prontitud en la zona conquistada.

Con el resurgir de la cultura en Al-andalus bajo mandato de Abderramán III, llegó a ser el oficio de cantero el segundo mejor pagado entre los oficios civiles, sólo tras el puesto de traductor de latín. Éste oficio como el resto, siempre ha tenido sus propios mercenarios, y pese a ser la cantería una labor desarrollada en su mayor parte por una comunidad que rozaba el ultra-catolicismo, siempre encontraron quien se vendiera a realizar sus labores por vil metal. Dicho lo cual, NO tuvieron que venir cristianos de la zona mora al norte, ni se tuvo que depender de moros de la zona cristiana para que se diera origen al arco de herradura, en su uso hispánico. Ya lo teníamos aquí desde mucho antes, y siempre tuvimos (y seguimos teniendo) canteros que los confeccionasen de manera ejemplar siguiendo su propia tradición. Los moros lo único que hicieron fue reconvertir en mezquitas antiguas catedrales e iglesias cristianas, ya que a las pocas a las que se le autorizaba el culto cristiano se les tenía prohibido realizar reparaciones o mejoras, perdiéndose en su mayoría.

A lo más que llegaron en lo referente al arco de herradura fue a remodelarlo bajo un estilo propio, dentro del califato Omeya, dando forma a lo que hoy se conoce como Arco Califal, donde la longitud de las dovelas centrales es mayor que las laterales, siendo éstas, las salmeras y primeras dovelas, colocadas de modo asimétrico con la propia línea del arco. Éste tipo de arcos fueron fabricados en su inmensa mayoría en ladrillo, y cubiertos de revocos de vivos colores. Nada que ver con el arco visigodo.

Aclarado este importante punto –que ya vale de negar lo nuestro- entre los siglos VII y VIII se dio forma a un singular estilo constructivo en nuestra región. Templos construidos con su ábside dando forma a la herradura, pero mostrándose poligonales en el exterior. Algo sumamente inusual en el resto de España. Tenemos vivos ejemplos como la cabecera original del santuario de San Miguel de Aralar, o el primer cimiento excavado en San Nicolás de Sangüesa, perteneciente a la iglesia que Abderramán III prendió fuego en su correría del 924.

Porque eso era lo que hacían los moros en el norte: quemar templos y saquear monasterios.

Ejemplo de manual, de templo visigodo en Navarra, Santa María de Arlas, junto a Peralta. Templo anterior a la llegada de los moros, construido en llano junto a la población civil, fue arrasado por la morería. El único arco de herradura que aun conserva, bien revocado por su cara exterior para salvaguardarlo, estuvo soportado por dos columnas romanas bajo dovela. La propia cata arqueológica realizada in situ, arrojó sedimento romano.

Con la reconquista como es lógico la nueva urbanización se desarrolló en el nuevo núcleo de Petra Alta, fortificando la peña al estilo medieval para una mejor defensa de la plaza. Nada de construir iglesias en el llano. Entrados en la baja edad media, se recompone el antiguo templo para uso señorial.

Y Napal. Qué decir de Napal. Pequeña iglesia construida en las lindes del romanzado, se mantiene en la actualidad como ejemplo único de estilo visigodo rural, ya que su aislamiento ha favorecido el que en la actualidad mantenga visibles cinco de sus arcos ultracirculares, así como su transepto intacto. Una auténtica joya.

Napal

Pudiera seguir con San Pelayo, junto a Orós alto en el Gállego, las joyas que mantiene La Galliguera, pero terminaré por no extenderme, con la obligada mención a Sos del Rey Católico.

Cuerpo y espíritu de la primera iglesia de la Navarra original, guarda en su interior lo mejor del arte romano y medieval de nuestra comarca. En la actual cripta, Santa María del Perdón, son emblemáticos los dos capiteles romanos que flanquean el ábside mayor. Repito por si acaso: romanos. El izquierdo, el de los calamones, reconozco que me tiene “enamorao”. Por algo fue motivo de copia por tierras navarras, como el ejemplo visigodo que conserva Santa María de Sangüesa en su portada, ó las dos réplicas de Leyre, ó la tardana de la catedral de Pamplona, ó la de Uncastillo, ó la de…

Templo construido sobre la Peña Feliciana, nos invita a pensar con total legitimidad que sobre ésta peña en los últimos días del imperio existió un templo romano, reconvertido de manera pronta al cristianismo bajo advocación de uno de sus primeros Mártires. Edificando en una primera construcción lo que ahora se conoce como la cripta, el conjunto templario fue conocido como centro espiritual de la única región de Hispania que nunca llegó a ser conquistada por los moros. Complejo religioso de Dios, adquirió su primer nombre en ésta declinación latina, Deo, siendo la perla de Reyes y Reynas, panteón familiar de los primeros monarcas de la dinastía Jimena, y un regalo para los ojos del visitante actual. Receptor de las más generosas donaciones, tuvo bajo su control comarcas enteras de la Navarra reconquistada.

Su temprana arquitectura hace buen alarde de tal esplendor. Los arcos fajones que soportan el templo del XI, son merecedores de toda nuestra atención pues las primeras dovelas se muestran invertidas para eliminar la herradura e intentar así reconstruir los arcos como medio punto. El resultado es satisfactorio pues no destaca en demasía, pero cualquiera con ojo “afilao” ve el cambio brusco de línea, y sobre todo, el inusual remate de la junta trasera, que delata la maniobra.

Arcos de herradura que vienen de la mano de los sarcófagos tardo romanos encontrados en la propia cripta, o el que siempre les acompaña, realizado a pie de ábside en el exterior, apiconando la propia peña que soporta la edificación y que al igual que los interiores entalla la cabeza con una herradura perfecta.

Una iglesia en suma, que se dice del XI (que ya es raro) cuando mantiene una pila bautismal en el interior, datada en el…VIII.

Termino ya con un pequeño aporte, también altomedieval, describiendo un par de estelas. La primera de ellas encontrada en Ujué, muestra como decoración una cruz visigoda, similar a las que identifican al pueblo asturiano. De tramos largos y estilizados.

La segunda estela, encontrada en Navardún. Del mismo tiempo, misma factura, pero mostrando un motivo decorativo muy….de aquí.

No hace falta que la describa, ¿no?

Del motivo decorativo de ésta estela, he oído decir hasta que es representativo de “la semilla de la vida”, ahí es nada. Y mientras lo siga siendo, también habrá quien sostenga eso de que el diseño de las cadenas, lo trajo Teobaldo I. Y por accidente.

La siguiente: Los Vascones medievales.

Rogelio Taboada

Cantero artesanal, escritor e historiógrafo sangüesino

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