Pocas veces se lee con tanto gusto un trabajo tan estimulante como el de Rogelio Taboada Plano sobre la portada de Santa María la Real de Sangüesa que acaba de publicar como ampliación en la IV entrega de Sangüesa Siempre en ediciones RT. El autor como es natural, se había ocupado de este retablo pétreo en otros trabajos de su ya dilatada obra acerca de la ciudad donde vive, y vive con plenitud. Explícitamente señala que la portada que hoy asombra a propios y extraños no es la primitiva de la iglesia, que consta era románica del siglo XI, de la que da coordenadas de situación y restos de su trazado. Por efecto de una de las tremendas riadas que han asolado a la ciudad del Aragón, la portada se trasladó al emplazamiento actual, con las obras de reforma del templo. Para Rogelio Taboada es indudable el estilo gótico de la portada, a pesar de la dominante tesis de su carácter románico. No oculta las evidentes pruebas de aprovechamiento en la segunda portada, hoy palpable, de elementos de la primitiva, como son además de elementos constructivos genuinos del románico, las cuatro tallas que representan a: San Pedro, San Pablo, Salomé y Judas Mercator. Los rasgos diferenciales de estas esculturas con otras con las que comparten espacio en la portada aportan elementos para datar con más precisión la antigüedad de las obras.
Otra de las novedades del estudio es el desmarque que hace de Sigurd el matadragones que se remite a la mitología germánica y que Taboada atribuye a Perseo en actitud de liberar a Andrómeda. Y no digamos que esa afirmación es gratuita y sin fundamentar porque aporta razones en las que apoyar su versión, y que pone la pieza en relación con otras representaciones de la cultura clásica greco-latina que se emplean en perfecta conjunción con las figuras sacras que toda portada del Medievo Cristiano pone en los retablos-portada. En esta imbricación de la cultura mediterránea grecolatina, se esmera el autor en escenas de gran viveza como las que entiende visualiza el Hércules robando manzanas a las Hespérides y que con la estilización conveniente pueden llevar a los Primeros Padres, en actitud de la manzana del pecado original.
Mención especial merecen en este trabajo singular las inscripciones presentes en las figuras de la portada, algunas de ellas que se creen medievales, son de época moderna e incluso contemporánea. Muy interesante resulta la percepción de viajeros y pintores de la calidad de Valentín Carderera de paso por la ciudad de Sangüesa en 1862. Del examen epigráfico de algunas palabras clave, vemos una de indudable naturaleza medieval entre otras de épocas posteriores. No voy a entrar en consideraciones pormenorizadas pero sí apuntaré la idea del contraste con inscripciones de otros templos, lógicamente reducidos por razón de espacio. La expresada como Putan Iude que puede admitir dos traducciones, la de judía sabia o más atrevida y agresiva de insulto, remite en el trabajo a una relación de pleitos y litigios de la comunidad judía con el resto de habitantes de la ciudad y de alhamas de Navarra. Fuera de toda polémica, Rogelio Taboada ofrece un repertorio de imágenes de mitología griega que va desde Pandora a Perseo y Andrómeda, pasando por una serie de personajes y escenas de esa rica gama de personajes mitificados que tienen también en el arte cristiano un valor ejemplarizante, porque la civilización cristiana asentada en la cultura judía en primer término, tiene sólido asiento en la cultura grecolatina.
El trabajo de un artista y artesano de la piedra, con tres generaciones en esa labor que ha trascendido al tiempo, en el caso de Rogelio Taboada , no deja de suscitar admiración. Podrán discutirse sus tesis, y de hecho contrastan con la de eminentes estudiosos de este tipo de monumentos. Pero el valor de haberlas mirado con detalle, de haber comparado sus afinidades con otras obras de épocas coincidentes o sucesivas, y sobre todo el haberlas puesto a debate intelectual en la publicación recurrente, es un mérito de indudable valor.
Muchos ojos se han puesto en esta maravilla del arte. Sigue asombrando a quienes la contemplan. Y desde luego, abundan los estudios acerca de su contenido. No voy a hacer un recorrido sistemático de las descripciones que conozco de la puerta. Me voy a centrar en tres: la visión desde un especialista de reconocido prestigio en el románico español y además, dentro de él, de los enigmas o misterios que suelen acompañar a las obras; la indiscutible primera espada en arte e iconografía medievales, clara Fernández- Ladreda, y por supuesto, a la obra maga del Arte navarro, el Catálogo Monumental de Navarra, que vi nacer y que es de indispensable consulta.
A Jaime Cobreros le encargamos una conferencia dentro del congreso General Jacobeo, amigos del camino de Santiago en Navarra 1996, concretamente el 10 de abril que bajo el título “Simbología románica. Portada de Santa María de Sangüesa” está publicada en el libro de Actas del Congreso, «Anden los que saben sepan los que andan”
Cobreros reconoce el fenómeno que se da en las esculturas románicas, que “ a pesar de su aparente en ocasiones figuración grotesca, transpira un misterio propio que todavía hoy, después de nueve siglos, prende a los hombres y mujeres de este final de siglo (XX)” Indica que ese algo que hace único al románico entre los demás estilos artísticos es el simbolismo: «El simbolismo figurativo que emana de sus talla, el simbolismo numérico que se desprende de sus proporciones, el simbolismo topográfico que ordena sus espacios”
Según este autor la portada de sangüesa está ordenada según los números 3 y 9. El tres indica unidad y perfección y el nueve anuncia a la vez un comienzo y un fin, aludiendo al papel de toda portada de ser nexo entre el mundo exterior y el sagrado de la iglesia. Entra también en la interpretación de la firma del maestro, «Leodegarius me fecit” que como todo maestro coetáneo significa más que firma, una afirmación de que hace hablar a su obra. Generalmente se ha tenido esa dualidad de escuelas o de maestros, Leodegario y el maestro de San Juan de la Peña. Cada una en distinta proporción se reparte el monumento. Rogelio Taboada trata de ensamblar piezas de origen desconocido pero que se reutilizan de la primitiva portada para ocupar un sitio adecuado en la definitiva. Su visión no es unitaria, sino que viene a confirmar según su observación atenta, una diversificación de talleres y por tanto de autores.
La doctora Fernández-Ladrera, autoridad como hemos indicado, se ha ocupado recientemente en una conferencia en la Universidad de Oviedo sobre las que considera las dos portadas mejores del románico en el camino de Santiago en Navarra, Santa María la Real de Sangüesa y San Miguel de Estella. La conferencia en un ámbito universitario de colaboración entre la Universidad Ovetense y la de Navarra, pese a su carácter sintético ofrece pistas muy interesantes acerca de la confección. Está al alcance de cualquier lector, en el fondo de publicaciones de la Fundación Masaveu.
La composición de la portada la analiza en tres partes: la puerta propiamente dicha, la segunda parte estaría formada por las enjutas y contrafuertes, y la tercera, por el friso superior. Apunta una idea que debemos tener en cuenta, y es que para esta autora la Puerta serviría como marco de procesos judiciales y juramentos, algo así como la puerta de la catedral de Valencia donde imparte justicia ante los regantes de la huerta de la ciudad levantina. Además del carácter alegórico de las tallas pétreas, es un ensalzamiento de la buena justicia, con la figura señera por ejemplo, de Salomón, modelo de administradores de justicia. En el tímpano se representa como es sabido, el Juicio final. Dedica acertadamente parte de sus consideraciones a las escenas del Juicio final, tan presentes en otras joyas del camino de Santiago como Conques, y más cerca de nosotros, a la Puerta del Juicio de Tudela.
Reconoce que las arquivoltas plantean problemas de interpretación puesto que no responden a un programa coherente y unitario. Apunta esta autora al cierre de los asuntos bíblicos de esta portada-retablo, con temas apocalípticos, del fin de la Historia de la Humanidad, según el postrero de los Libros sagrados, con el Tetramorfos: león, águila, toro y hombre alado. Ahí relaciona el conjunto escultórico con otra obra de Leodegario en santa María la Real de Nájera, en el sarcófago de doña Blanca y también la iglesia de San Martín de Uncastillo, localidad tan importante para la historia cercana y dónde el maestro de origen franco Leodegario trasladó su taller después de acabar su faena en Sangüesa. La profesora Fernández Ladreda distingue dos fases en la construcción del movimiento: la primera la del maestro que firma en la filacteria que se realiza en los años 1156-1170, y la fase entre 1190 y y 1210. Indica además que en esta última fase es probable aprovecharon elementos ejecutados por el taller de Leodegario, lo que explicaría el desorden y falta de coherencia en alguna de sus partes. Es la actuación de lo que se ha venido a llamar el taller de San Juan de la Peña.
La pormenorizada y extensa atención que da el Catálogo Monumental de Navarra, obra tripartita entre la Universidad de Navarra, el Arzobispado de Pamplona-Tudela y el Gobierno de Navarra (Institución Príncipe de Viana), y dirigida por la profesora García Gaínza, en el tomo dedicado a la ciudad de Sangüesa IV-2 nos aporta datos de sumo interés. Algunos que hacen pensar en otra iglesia más antigua que la del inicio de la portada hacia la mitad del siglo XII, dado que Alfonso I el Batallador donó ya en 1131 la iglesia de Santa María a los caballeros de San Juan de Jerusalén.
La obra monumental indica cómo los ábsides son la parte más antigua de la iglesia, y de carácter románico claro, con influencia de Jaca, pero con las naves ya de estilo protogótico. En el Catálogo se lee que “se trata de una de las más ricas portadas esculpidas del románico español. La visión de conjunto resulta espléndida y hasta unitaria ahora bien, un análisis detenido de la misma hace percibir distintas manos y estilos, ello unido al difícil encaje del tímpano” También se habla de distintas fases y de utilizaciones posteriores de materiales de la o las primeras portadas. La puerta es abocinada se subraya en la obra y se apuntan estudios anteriores y precursores de los autores contemporáneos, como los de Íñiguez, José Esteban Uranga Serrano Fatigat, o Lampérez. La extensa bibliografía que se aporta en el mencionado tomo del catálogo es exponente del interés que ha suscitado la portada, la iglesia de Santa María y el conjunto monumental de Sangüesa. Ahí están autores como don Vicente Villabriga, el padre Luis María Lojendio, don Juan Cruz Labeaga, don Santos García Larragueta, José María Jimeno Jurío, José María Yárnoz, el padre Tomas Moral, y un largo rosario de especialistas. El estudio de Rogelio Taboada, enriquece con su visión singular y atrevida, este extenso panorama de tratados sobre la Portada de Santa María la Real de Sangüesa, que tantas veces contemplamos, descubriendo aspectos nuevos en cada ocasión.
Jesús Tanco Lerga
Doctor en Ciencias de la información por la UN