Mar. Oct 8th, 2024

Este año se cumple el medio siglo de la muerte de un médico ilustre, de un promotor de iniciativas periodísticas y de un productor de cine, Simón Blasco Salas. Pamplonés de la calle Estafeta, vino al mundo el 2 de junio de 1885, año del Cólera Morbo. Su padre, Gregorio, huérfano de padre y madre, vino de Los Arcos al amparo de un pariente pamplonés, Agustín Blasco, que le encaminó en el oficio militar donde llegó a ascender a Primer Teniente. Participó en la última guerra carlista, también en Cuba, y tras el Desastre de 1898, del que sobrevivió y en el que fue laureado, sentó plaza en Pamplona en 1883. Aquí nació Simón del matrimonio de su padre con Virginia Salas, una maestra oscense que le dio una formación exquisita en casa, y a la edad conveniente pasó por las Escuelas Nacionales de la calle Compañía y del Vínculo, y después en el famoso colegio de los hermanos Huarte de la calle Mayor de Pamplona, para culminar el bachillerato en el Instituto Provincial, junto a la catedral. Una vez terminada la Enseñanza Media, Simón decidió cursar la carrera de Medicina en Zaragoza y con su familia se instaló en la ciudad del Pilar, en 1901. Después del Preparatorio de Medicina vino la carrera, en la que el estudio no le impidió su contacto con las artes escénicas y con el mundo periodístico, otra de sus ocupaciones que ejerció durante su vida, fundando en 1904 con un compañero, José Uget, el periódico El Eco Escolar, de vida efímera ya que salieron sólo trece números.

En 1906, ya como alumno pensionado empieza a hacer sus pinitos en la Medicina, para ocupar plaza de alumno por oposición en el Hospital Provincial de Zaragoza en octubre de 1907. Culminada la licenciatura de Medicina, obtuvo plaza de médico en la villa navarra de Milagro, contratado por el Círculo Agrícola Mercantil con iguala voluntaria para los vecinos. Pasó a Allo en 1907 para ejercer ya como médico municipal con la vista puesta en Estella donde además de lazos familiares, residía su futura esposa –se casó con ella el 5 de febrero de 1910 en la parroquia de San Juan de Estella-, María Teresa Lorente, hija también de un médico carlista que ejerció tres décadas en Estella,, Marcelino Lorente, del que aprendió las cuestiones de colegiación y de asociación de los médicos municipales, en Navarra con sus peculiaridades forales y en el resto de España. Precisamente en Estella, el médico de Mues, Manuel Jimeno Egurbide, había creado la Asociación Médica del partido de Estella, que daría origen tras la asamblea del 30 de abril de 1908 a la Asociación Médica Navarra, que era titular del periódico Clínica Navarra fundado por el doctor Jimeno en 1884.En el curso 1910-11, casado y ejerciendo en Allo, se matriculó por libre el Doctorado de Medicina en la Universidad Central de Madrid, defendiendo el 19 de junio de 1911 su tesis doctoral sobre Contribución al estudio de la Gastroenterostomía con la calificación de sobresaliente y que fue publicada en Zaragoza, un año más tarde. Más tranquilo de estudios, comenzó una intensa labor de publicista en distintas publicaciones, como en El Eco de Navarra, donde tenía una sección Ecos Médicos, El Pensamiento Navarro, y otras profesionales como Clínica Moderna y Medicina Práctica, para fundar en 1913 la Revista Navarra de Medicina y Cirugía, cuyo primer número apareció el 1 de mayo de 1913 y que después ampliaría el campo haciéndola también órgano de los farmacéuticos. En 1915 por su impulso nació La Merindad Estellesa, título que aspiraba a lidear el periódico comarcano. Participó en la creación del Colegio Médico Navarro en junio de 1917, que con carácter obligatorio para los médicos ejercientes se organizó en Navarra, a tenor de las disposiciones nacionales. A partir de 1916 su actividad médica se centra hasta su muerte (1968) en Estella, eso sí, con proyección nacional e internacional. Sin perjuicio de sus obligaciones como médico titular, puso una clínica o sanatorio en la ciudad con equipamiento de radiología pionero. También anunciaba en la prensa el carácter gratuito de sus consultas a quienes no podían pagar la minuta. El Dr. Blasco Salas tuvo una dedicación muy reconocida en la defensa de los derechos profesionales de los médicos y en la defensa de sus intereses, con especial atención a quienes ejercían en el ámbito rural.

Además de la Medicina que profesó con gran dedicación, tuvo una gran actividad como cinéfilo primero, para ser luego guionista, realizador, productor y pequeño empresario en el mundo cinematográfico. Su primer recuerdo con el Séptimo Arte según cuenta en sus magníficas Memorias –Memorias de un médico navarro-, publicadas por Editorial Gómez en 1958, fue el Cine Farrusin donde vio las primeras exhibiciones en la barraca sanferminera del Ensanche, en 1897. Si no estoy equivocado, este cine Farrusín era volante en fiestas de calado como las de Pamplona, y su sede que también frecuentó el después alumno de Medicina, estaba en la calle san Agustín de Zaragoza y era su propietario, Enrique Farrús, de ahí el nombre. El cine, de la mano de la fotografía, de la música y del teatro, creció al unísono de la vida del joven médico humanista.

Parece ser que fue en el rodaje de Zalacaín el aventurero en Estella, en julio de 1928, cuando decidió invertir tiempo y dinero en la industria cinematográfica, aunque tardase dieciséis años en formalizar su compromiso económico Presidió el consejo de administración de la productora Trebol Films que puso en marcha interesantes proyectos. Después fue la empresa Discentro, presidida por su hija Pilar Blasco, casada con José Paternáin, la sociedad instrumental para realizar películas y documentales. Uno de estos, Del Joyel de España, Estella, muestra en apenas once minutos una muestra del folclore estellés en 1948 con actuación de los gaiteros hermanos Elízaga. Otra iniciativa empresarial la constituyó Navarra Films puesta en marcha en 1950 que hizo posible A dos grados del Ecuador en 1950. Pero quizás, su mejor triunfo fue en 1959 la cinta ¿Dónde vas Alfonso XIII?, protagonizada por Vicente Parra y Paquita Rico, sobre el monarca que murió precisamente en el año de nacimiento de Simón Blasco, monárquico alfonsino militante. Las trayectoria cinematográfica de este médico navarro ha sido estudiada y divulgada por Alberto Cañada Zarranz, que sabe un rato de la materia, y que ha aprovechado fondos documentales del Archivo Gustavo de Maeztu, dirigido por Camino Paredes.

En esta faceta cinematográfica tuvo muy buenos colaboradores. Quiero mostrar, por ejemplo, la música de varias películas suyas a cargo de mi paisano el olitense Jesús García Leoz, o el papel de Joaquín Roa a quien conocí en la Peña Pregón, como actor en La Gitana del Rey en 1947, auspiciada también por Blasco Salas. Profesionales de la talla de José Antonio Nieves o José María Forqué tuvieron responsabilidades técnicas en las películas producidas por Salas, que contó además con la ayuda a partir de 1950 de un peluquero estilista de Abárzuza, Arcadio Ochoa de Zabalegui, instalado en París y casado con Margot o Margarita, que adoptó el apellido Ochoa de su marido, y que figura en distintos roles en las películas. Simón Blasco murió en su casa de Estella en 1968 sin haber podido cumplirse uno de sus sueños: una buena película de San Francisco Javier, el patrono de Navarra y misionero del Extremo Oriente. Algo del espíritu misionero y aventurero de Javier, tuvo este médico tan polifacético. Dentro de sus inversiones, hay que destacar la de salas de proyección como La Teatral Estellesa, emblemática en Estella y derribada en 1999, fue la antecesora de otras salasa vinculadas a la Iglesia en la misma ciudad como Pax o Lux, y a la Ideal Estellesa, más comercial. La Teatral Estellesa fue escenario de muchas obras de teatro y de carácter musical, destacando la proyección social de Las Galas Estellesas un escenario de cultura y arte, de sociedad y amistad en la ciudad del Ega. Como dato curioso, en la Teatral se celebró la reunión de ayuntamientos navarros que frustró el Estatuto Vasco-Navarro en la Segunda República.

Monárquico Alfonsino convencido desde que vio al rey Alfonso XIII , de la misma edad que él, en una visita que hizo al Paraninfo de la Universidad de Zaragoza, en 1903, para ser secretario en 1906 de la primera junta directiva de la Juventud Monárquica Alfonsina en la capital aragonesa. Asistió con emoción a los actos organizados en Estella con motivo de la visita del Rey a esta ciudad el 9 de octubre de 1920 para entregar la bandera al Regimiento 77 de las Órdenes Militares con guarnición en la misma. Militó en la derecha española, desde una visión foral navarra, y cuenta con todo detalle en su libro de memorias la entusiasta adhesión al Movimiento del 18 de julio de 1936 de Estella y su merindad. El libro tiene el prólogo agradecido de Esteban Bilbao, diputado carlista por Navarra en el Congreso, encarcelado y preso en un barco carcelero en Bilbao en 1936 y en riesgo de perder la vida como sus compañeros diputados navarros asesinados en Guipúzcoa: Víctor Pradera y Joaquín Beúnza. El que luego fuera presidente de las Cortes Española fue canjeado por el alcalde de Bilbao, Sr. Ercoreca, por la intermediación de Simón Blasco con el general Mola.

Apasionado por el mundo del automóvil, pues fue conductor pionero, también participó en los intentos infructuosos de conseguir el ferrocarril de Pamplona a Logroño. Fue además pionero del fútbol en Navarra, con la puesta en marcha de sociedades del nuevo deporte del balompié en Pamplona.

Jesús Tanco Lerga

Doctor en Ciencias de la información por la UN

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