Lun. Abr 29th, 2024

A finales del siglo IV el imperio romano se dividió. El occidental quedó bajo el control de Roma, y el oriental bajo el poder de Constantinopla. Fue a las claras el comienzo del fin para un imperio que mantuvo bajo su estandarte a pueblos y reinos que nunca más se unificarían. Ante el avance de los Hunos desde el oriente, las tribus germánicas comenzaron a desplazarse hacia occidente, dando así comienzo a las invasiones godas. En Hispania la cosa no fue mejor, ya que parte de la nobleza hispano romana se alzó contra el emperador, aliándose con los nuevos invasores: Los Godos. El pueblo germánico estaba compuesto por diferentes clanes o tribus, siendo Suevos, Alanos y Vándalos los principales pueblos que penetrarían en la península ayudados por los traidores a Roma. Por nuestra parte la cosa no fue nada mal. Bien al contrario puede asegurarse que nuestra tierra fue la menos afectada por esta nueva invasión. De ello se encargó la nobleza hispano romana leal al emperador. Dos hermanos pertenecientes a la nobleza del Imperio, Veriniano y Dídimo (dinastía Teodosiana), tras perder una gran batalla en la Lusitania contra Godos y traidores a Roma, reunieron sus tropas desplazándolas hasta aquí para blindar el Pirineo con lo que quedaba del ejército imperial acantonado en León, reforzado con un propio ejército que habían reclutado entre siervos y habitantes de su feudo. Costeando la defensa directamente de su bolsillo, defendieron los principales pasos pirenaicos de nuestra tierra evitando así las primeras y más cruentas invasiones germánicas.

Gracias a ello aun perdiéndose la mayor parte de la península ante los pueblos godos, la provincia Tarraconense a la cual pertenecía la actual Navarra permaneció como solar romano dentro del imperio. La maniobra realizada por estos dos nobles hermanos, tuvo una repercusión inesperada de la que más adelante hablaré. Por su parte la invasión goda lejos de estabilizar el dominio peninsular bajo un único mando, germinó una eterna pugna entre los diferentes pueblos invasores por un mayor control territorial. Pugna que por suerte los mantuvo entretenidos pudiéndose así mantener la última provincia romana de la península reconocida como tal.

Mientras tanto en Europa central otro pueblo germánico estaba a punto de conocer su época de esplendor: Los Visigodos. Tras las primeras incursiones lograron un acuerdo con los romanos cediéndoles la zona de los Balcanes para que fundasen ahí su primer reino. Pero a causa del mal trato recibido por los romanos, los impuestos excesivos y los atentados contra su propio honor, tras un breve periodo de paz volvieron a levantarse en armas contra Roma. Y no se les dio mal. En la primera gran batalla en la que se enfrentaron a las legiones romanas murió el propio emperador, obligando con ello a que el nuevo gobernante los tratase con mayor cautela.

A sangre y espada lograron encontrar su sitio en tierras de la actual Francia, erradicando a las tribus godas que aun permanecían en ese territorio, sometiendo al resto de galo romanos bajo su mandato. Es una época compleja que precisa de un estudio minucioso, pero para crear el marco necesario hay que exponer que los galo romanos de entonces no estaba sujetos al mandato de Roma como pueda creerse, ya que en una de las piruetas propias de esa época, se habían declarado vasallos de Bizancio. En esas nuevas tierras los visigodos crearon su nuevo reino, siendo el de mayor extensión conseguido hasta entonces, que con capital en Toulouse incluía bajo su dominio buena parte del solar francés.

Él factor determinante ésta vez vino de mano de los Hunos, quienes seguían arrasando el antiguo imperio, dirigiéndose ésta vez contra las provincias occidentales. Hacia nuestra tierra. La suma de factores, el batallar contra los galos seguidores de Bizancio, y el pretender mantener a salvo su recién conquistado reino, hizo que se abriera paso la primera gran alianza entre Roma y el pueblo visigodo, marchando juntos contra los Hunos en la batalla que ya mencioné el otro día de los Campos Catalaúnicos. Venciendo a los Hunos y frenando así su ambición de expandirse hacia el occidente, el emperador romano fue más allá. Ofreció a los Visigodos penetrar en la provincia Tarraconense como aliados, ayudándole así a la defensa de sus fronteras ante los pueblos godos, quienes, de manera independiente, las acosaban sin descanso.

Una maniobra inteligente ya que el emperador bizantino por su parte siendo consciente de las disputas internas entre los godos, había desembarcado parte de sus legiones en tierras de la actual Cartagena para intentar recuperar el control de Hispania bajo su estandarte.

Así de ésta manera se dio entrada a los Visigodos en Hispania, como aliados y sin destrucción ó derramamiento de sangre.

Los Visigodos por otra parte, en contra de lo que pueda leerse por ahí, no era un pueblo bárbaro, ni rudo, ni iletrado. Bien al contrario, ellos eran los que se consideraban herederos del esplendor de Roma, en contra de un pueblo romano laxo y decadente, más preocupado por disfrutar de los excesos terrenales que de mantener el honor y la bravura que un día les hizo grandes. El gran contrapunto de la alianza hispano visigoda fue el factor religioso, ya que la mayor parte de ellos eran seguidores de la doctrina arriana, frente a la tradición católica que permanecía en nuestra tierra incluso después de que el propio emperador se declarase arriano. Un factor éste, el religioso, que también marcaría a nuestra tierra ya que el territorio delimitado entre el golfo de Vizcaya y Zaragoza, quedó fuera del orbe visigodo hasta la aceptación del catolicismo por parte de su monarquía, declarándose aun entonces ésta comarca únicamente como hispano romana. Desde Francia hubo un intento de poner fin a ésta situación, cuando un nuevo Rey, Eurico (traidor al pacto firmado en Catalaúnicos) da la orden en el 472 de arrasar las civitas romanas de Pamplona y Zaragoza, y los núcleos cercanos a ellas, pero sin que haya constancia de tales ataques. Algo que a los estudiosos de la actualidad les invita a afirmar que finalmente dicha orden de ataque nunca fue ejecutada.

En el resto de Hispania, como pueblo unido bajo un mismo estandarte, visigodos e hispano romanos tarraconenses comenzaron a penetrar en el resto de la península bajo poder godo, arrasando con ellos de manera pronta. Ante el éxito militar del nuevo entente, no tardaron en llegar las revueltas de la población hispano romana, y las ofertas de alianzas de los caciques godos, terminando finalmente los visigodos por poner bajo su control la totalidad de la península, a excepción de una porción del levante, que seguía en manos del imperio bizantino.

Con ello se dio paso al primer reino visigodo en Hispania, donde nuevamente la mayor parte de la península estuvo de nuevo bajo un mismo estandarte. Por su parte francesa, fueron cediendo terreno ante un pueblo que se presentaba con fuerza desde el norte europeo: los Francos. Aliados de la nobleza galo romana de Aquitania, plantaron batalla a los visigodos arrebatándoles tanto su capital, como la mayor parte de un territorio que nunca más recuperarían. Tras una suerte de batallas, los visigodos se vieron recluidos en su último baluarte galo, la Septimania, perdiendo así el control del resto del solar francés, marcándose desde entonces como reino visigodo principal sus posesiones peninsulares.

En el 589 Recaredo renegó del arrianismo declarándose Católico, ganándose con ello a la nobleza hispano romana peninsular –entre la que se encontraba nuestra tierra-, pero dando comienzo con ello a las Guerras Arrianas.

Bueno, llegados a éste punto, donde espero que se haya podido seguir más o menos bien éste desarrollo sin perderse mucho, es obligado ahora mencionar a un pueblo que, aprovechando este guirigay de conquistas, pactos, traiciones e invasiones, supo hacerse un hueco como nuevo pueblo emergente: los Vascones.

Pueblo belicoso, se valió de las defensas naturales de su tierra para evitar ser conquistados más allá de las incursiones godas que usaron su solar como vía de penetración a la Hispania noroccidental. El curso del río Garona como límite natural de sus tierras, y unas montañas de difícil acceso, hicieron que el último reducto galo romano del solar francés se regenerase como nuevo pueblo. Pero, ¿cuál es el origen de la gens vasconum?

Aquí es donde vuelvo a las andanzas de Dídimo y Veriniano, y su repercusión inesperada. Su migración huyendo del avance godo arrastró consigo soldados y civiles. Campesinos que se delatan movilizados en las fuentes que nos hablan del suceso. Un pueblo hispano romano que comenzó una migración de un volumen tan notable, que pese a la fiereza de las incursiones germánicas logró impermeabilizar nuestros pasos de montaña. A éste pueblo migrante que encontró su sitio en el Pirineo navarro aragonés, se le conocía (y siguió conociendo) como los Vacceos, por su antigua filiación prerromana en tierras del Duero.

Este es uno de los casos que, estudiándolo, hace que sin querer me entre la risa floja.

Aquí, en la España actual, bien se conocen la multitud de referencias que hablan de los Vacceos del Pirineo, como origen y germen de los vascones medievales. Pero al igual que son conocidas, son desautorizadas alegando confusiones, errores y demás jaleos para asegurar que eso no es así, porque el pueblo Vascón es un pueblo milenario, primigenio y tal.

Hay documentación escrita que lo afirma, como la de Hucbald de Saint-Amand que en su Historia Miraculorum Sanctae Rictrudis, nos dice:

Wasconum gente / huius autem gentis antiquiores primo dicti sunt Vaccaei a quodam oppido iuxta Pyrenaeum”

“Pueblo Vascón: éste pueblo antiguamente era llamado Vacceos y su plaza fuerte estaba junto a los Pirineos”

Más allá de la documentación, encontramos también inscripciones funerarias como la de Ópila, noble visigodo sepultado en tierras de Córdoba, donde se describe cómo este noble fue movilizado a tierra de los Vacceos, y murió a mano de los Vascones.

Pero sí, todo eso aquí en España se tiene por falso, erróneo y fuera de lugar. Y después, está Francia.

Ahora un ejercicio simple: Entrar a la Wikipedia francesa, y buscar ahí a los Vacceos. Ya sé que aquí en España la wiki es el más funesto ejemplo de qué no debe de ser una enciclopedia si pretende ser llamada así, pero hasta en eso el resto de Europa es diferente, y es el mejor modo que he encontrado de que cualquiera de vosotros pueda comprobar lo que relato en un solo click.

Si lo hacéis, os daréis de morros con el párrafo inicial que nos dice:

”sous la pression ultérieure des Wisigoths, s’établirent au pied des Pyrénées, sur un territoire correspondant à la Navarre, le nord de l’Aragon, le Béarn et la Bigorre”

”por la presión posterior de los Visigodos, se establecieron al pie de los Pirineos, sobre el territorio correspondiente a Navarra, el norte de Aragón, Bearn y Bigorra”

Así. Del tirón. Sin matarse a estudiar textos históricos para llegar a la misma conclusión. Pero, ¿será cosa de que se le va la cabeza a roge en otra de sus calenturas, o realmente se puede encontrar un origen tardo-romano a los vascones medievales?

Vemos qué sale.

El primer caudillo vascón del que se tiene constancia documental es llamado como Félix. Más romano imposible. Sobre éste hombre, Ex Miraculis, de San Marcial, que es la única referencia escrita que habla de él, en el año de 660 nos dice que:

”Félix, nobilísimo e ínclito patricio de la ciudad de Tolosa, que ejercía el principado sobre todas las ciudades que se extendían hasta los montes Pirineos y sobre la depravadísima gente de los vascones.”

Vemos que a mediados del siglo VII los vascones aun se encuentran bajo gobierno galo romano, con capital en Tolosa, pero siendo éste Félix, el último de su casa en ostentar dominio sobre el pueblo vascón, ya que Lupo I (Lobo) natural del alto Garona le sucede como Dux Vasconum.

Todo lo relatado a partir de aquí, y todo lo que puede encontrarse sobre los vascones desde la edad media, se desarrolla en su lugar natural. Al otro lado de los Pirineos. Vemos que es en Aquitania donde puede encontrarse el único territorio que desde la alta edad media puede encontrarse bajo el nombre de Vasconia en la documentación medieval, bien como ducado o como condado. De los mapas actuales que se difunden por la red pertenecientes a los reinos visigodos, donde siempre ponen una pequeña porción de nuestra tierra en diferente color bajo el nombre de “vascones”, no os creáis nada de nada. Son inventos modernos. En ese aspecto los franceses también nos llevan ventaja, ya que sus estudiosos carecen de los complejos y malos vicios de los de aquí, y no tienen reparo en llamar a cada cosa por su nombre. Y para ejemplo, la imagen de hoy. Mapa que adolece de un minúsculo error por la parte que nos toca, y que aclararé en su momento, pero que es de lo más fiable y veraz que puede encontrarse por estos mundos de la historiografía.

Vasconia, en Aquitania. Y a éste lado de los Pirineos, Navarra. Es desde el ascenso de éste Lupo I cuando los vascones empiezan a dar guerra por aquí, primero con el intento de las ordas de Lupo que haciendo uso de uno de los “saltus” vascones, el paso de Irún, intentan asolar las tierras de Cantabria, y que tuvieron que ser frenadas por el ejército visigodo al mando del rey Wamba. Con posterioridad acaudillados por el hijo de Lupo, Odón (o Eudes) valiéndose del otro “saltus”, Roncesvalles, intentarían conquistar Pamplona, pero de nuevo el ejército visigodo acaudillado esta vez por Roderico, se lo impediría. O por lo menos, eso intentó.

Ahora toca hablar de un desarrollo similar, de un pueblo que emergió en la alta edad media como fruto de la unión del pueblo visigodo con la nobleza hispano romana local:

El pueblo de los Navar.

Rogelio Taboada

Cantero artesanal, escritor e historiógrafo sangüesino

Comentarios

comentarios

Admin

By Admin

Related Post