Sáb. Abr 20th, 2024

Decía el escritor Antonio Gala que “al poder le ocurre como al nogal, no deja crecer nada bajo su sombra”. Y no le faltaba razón porque los políticos procuran crecer con cierto egoísmo, alejando al resto de los partidos.

El grupo Ciudadanos, desde su inicio, ha procurado resaltar en su programa ciertos aspectos que ha defendido por encima de pueblos, regiones o comunidades autónomas. Cuando se presentó hace un año a las elecciones autonómicas, concretamente en Navarra, dudaba del futuro de los fueros, y abogaba por modelo común fiscal europeo.

Esta forma de pensar sobre el régimen fiscal navarro le supuso la ausencia de representación en nuestro parlamento. En fechas recientes, ha pasado por Pamplona dirigentes del equipo naranja para impulsar su estabilidad en esta comunidad y para dar sus opiniones sobre los cambios que deben producirse. Preguntados todos ellos por la fiscalidad de Navarra y sobre el régimen foral tuvieron que balancearse, como expertos funambulistas, sobre la fina sirga defendiendo su legalidad y la contraria.

Sus políticos ya no se expresan abiertamente sobre Navarra, ni se atreven a hablar de “privilegios forales” o “sobre leyes obsoletas que no tienen cabida en el siglos XXI”. Utilizan vaguedades como “excepciones de algunos territorios, revisión del Convenio Económico o adaptación al modelo común de la Unión Europea”.

Sin embargo, por muchos equilibrios circenses que haga el Sr. Rivera, está claro que Ciudadanos desea y va hacer todo lo posible para que El Convenio Económico de Navarra y el Concierto vasco sean eliminados. Se escudan en Europa que exigirán a Navarra, en el 2018, la armonización y la integración en el régimen común, porque el estado de bienestar y los fondos de cohesión tienen que salir de la misma caja.

De cara a las próximas elecciones autonómicas tienen que saber los dirigentes de Ciudadanos que los navarros no estamos dispuestos a ceder a sus pretensiones. Desde su fundación, el Sr. Rivera apostó por suprimir los regímenes forales y sigue su ruta. Pero en Navarra le ha supuesto un grave obstáculo, una espina en su garganta, que le produce un dolor punzante que no le permite tragar. Cuantos más remedios pone más se clava en medio de la laringe. Y no sabe cómo remediarlo, a pesar de su bola de pan o de arroz, gárgaras con propoleo, zumo de limón o vinagre, que disuelve el calcio, etc. pero la inflamación sigue adelante.

Les sugiero que lean a Camilo José Cela en La familia de Pascual Duarte o María Matute en La chusma que indican los remedios para desatascar la raspa clavada o mejor que se lean parte de la Historia de nuestra comunidad.

Porque los fueros son un conjunto de leyes propias, civiles, administrativas, políticas y económicas que proceden de la Edad Media, cuando Navarra constituía un reino independiente con sus propias normas de gobierno. El fuero recoge por escrito las costumbres de los vecinos, por lo que es más antiguo que la monarquía. En Europa, los reyes dictaban las leyes a su pueblo; en Navarra, por el contrario, debían jurar el fuero antes de ser investidos. Estas normas fueron recogidas en tiempos del rey Teobaldo I, en el siglo XIII, en el Fuero General y suponía la constitución para los navarros.

Esta condición de reino se mantuvo con sus leyes propias hasta su modificación en 1841 con la Ley Paccionada y la Ley de Amejoramiento del Fuero de 1982. A lo largo de los siglos se ha querido eliminar estos derechos históricos, llámese ministro Gamazo (1893), o los ataques del centralismo de Madrid o de la Unión Europea. Gracias al principio de subsidiariedad, que afirma que aquello que pueda hacer una entidad inferior no debe hacerlo la entidad superior, nos garantiza que sigamos disfrutando del régimen fiscal.

Los tertulianos, los artículos en prensa y redes sociales manipulan la historia de nuestra tierra, porque desconocen que los fueros no son privilegios medievales ni reminiscencias del pasado, sino derechos adquiridos para gestionar nuestros propios recursos. Las demás comunidades autónomas deben abogar por conseguir el máximo de competencias, no eliminar las navarras para ser iguales en los derechos mínimos.

Por tanto, la foralidad nos lleva a un pacto entre Navarra y el gobierno central. Esperemos que los fueros se sigan manteniendo para alcanzar las mayores cotas de calidad de vida y de infraestructuras por toda la Comunidad foral.

 

Luis Landa El Busto

Licenciado en Ciencias Humanas y profesor

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