Dice un refrán que “cuando las barbas de tu vecino veas pelar, pon las tuyas a remojar”. Este sabio consejo viene a cuento porque el PSN estaría dispuesto, en el próximo cuatrienio, a que el vascuence sobresalga en Navarra y el español quede como una lengua marginal. Es un deseo y una condición de los abertzales para que Chivite pueda gobernar.
Y no lo digo por alarmar, sino porque los socialistas en Euskadi, donde gobiernan con idénticos socios que en nuestra tierra, ya se han comprometido a apoyar la nueva ley educativa.
Los separatistas ya no se conforman con acatar los modelos A (castellano), D (vascuence), B y G sino que desean la desaparición de “las cuatro letras del abecedario” para que haya una sola voz: el euskera; el castellano se convertiría en asignatura de dos horas a la semana en los colegios.
El PSE, con Idoia Mendía a la cabeza, como vice lehendakari, ya ha secundado el anteproyecto de ley de Educación vasca para que los padres no puedan elegir castellano o vascuence, sino que esta última lengua sea la oficial, la verdadera, la auténtica. Están centrados en apoyar al PNV en imponer el vascuence obligatorio y oficial, en todos los colegios.
En contraprestación, el PNV y Bildu favorecerán a Pedro Sánchez en el gobierno central. ¿Y en Navarra? Para que Chivite cuente con el apoyo manifiesto de volver a ocupar la silla presidencial foral, no tiene otro remedio que agachar la cabeza con los abertzales e iniciar el proceso para que los niños y niñas de Navarra estudien todas las asignaturas en el lenguaje de Sabino Arana.
Por otra parte, si durante décadas los patriotas vascos no han conseguido integrar a Navarra en el proyecto utópico de Euskalerria, la única solución viene por iniciar un proceso de adoctrinamiento a través de los jóvenes, empezando por la escuela infantil, primaria y secundaria. Porque la lengua es un elemento imprescindible para la vasconización de su pueblo. Desean que al finalizar secundaria todos los estudiantes logren el nivel B2 de euskera, a pesar de la gran oposición de padres, alumnos y profesores.
Los abertzales quieren aprovecharse de la debilidad de Chivite para obtener el sueño de formar una “nación”. La presión es constante. El blanqueo que la Presidenta ha realizado con los discípulos de Otegi, en 2019-23, ha permitido que EH Bildu presente listas, el 28 de mayo, en 70 localidades de Navarra, batiendo el record.
Los abertzales navarros y vascongados quieren imitar a Cataluña. Para ello, una lluvia de millones de euros ha caído sobre toda clase de emisoras, agrupaciones o asociaciones navarras para promocionar su lengua, como si fuera el maná caído del cielo. Así los euskaltegis, en el curso 22-23, han recibido más de dos millones, sin olvidar los miles y miles de euros para subvencionar cursos intensivos, internados, extraescolares, transporte e, incluso, unas vacaciones para participar en una inmersión lingüística en vascuence.
En marzo pasado, la consejera Ana Ollo y el director de Euskarabidea, Mikel Arregi, nos comunicaron que solo el 6,8% de los navarros usa el vascuence igual que el español. Únicamente el 14% de la población es vascoparlante, y en la zona no vascófona, el 1,6% de hablantes.
Sin duda el euskera perdió la batalla cuando los patriotas decidieron que para transformarse en “un vasco pedigree” había que ser abertzal (patriota) y euskaldun (vascohablante). Los separatistas se hicieron dueños de la lengua, de manera que el vascuence lo tomaron, en exclusiva, como bandera y el resto de partidos constitucionalistas se apartaron.
En suma, por muchos millones que despilfarre la Sra. Chivite, por muchas leyes que imponga en las escuelas, el euskera seguirá siendo residual en Navarra, porque es difícil aprenderlo, no transmite, no es hablado por la mayoría y no está implantado como el catalán. Toda obligación requiere concienciación, aceptación y empeño por la mayoría de un pueblo. Y esos elementos no existen en Navarra.
La globalización, el continuo ir y venir de los pueblos nos obliga a utilizar un mismo medio de comunicación universal: el inglés o el castellano y la lengua vasca permanecerá en zonas reducidas.
Para concluir el vascuence no desaparecerá porque está oficializado a través de la gramática y un rico vocabulario. No obstante, con el tiempo quedará aislado en el norte, como el bable. Sigamos aprendiendo el vascuence como segunda lengua o como un elemento más de nuestro bagaje cultural, siguiendo la tradición de nuestros abuelos, sin politización. Pero nunca se convertirá en un “modus vivendi” de la mayoría de los navarros, a pesar del “txirimiri” de millones de euros que Chivite, bajo la tutela de los abertzales, desperdicia y esparce sobre los 272 municipios de Navarra.
Luis Landa El Busto, autor del libro “Desde las trincheras con Primitivo”.