Mié. Abr 24th, 2024
Foto: Diario de Navarra

Una realidad demostrable. El pantano de Yesa, es un negocio. Será por eso que su coste no para de subir, pese a los yesamasnó. Ciudadanos bienintencionados que siguen luciendo sus lonas contra el pantano en sus balcones, convencidos o convincentes de que el pantano es mala idea. Y casi lo veo hasta normal, ya que digan lo que digan, seguirán teniendo agua en sus hogares, en sus negocios, en sus huertas solidarias (se ve que regar con tintorro no renta) y en sus parques y jardines. Alarmantes informes sobre movimientos sísmicos, acuáticos y telúricos, han llegado a acojonar a gran parte de los ancianos de la que siempre será mi ciudad: Sangüesa.

Una generación de sangüesinos que, alertados por el gobierno del antiguo régimen ante la construcción de una presa “experimental”, pasaron el primer lustro de nuestro actual pantano con la maleta hecha debajo de la cama, por si acaso debían de salir corriendo. Esa generación es la que hoy, en la actualidad, ante los continuas alarmas sobre el pantano ha hecho que los ansiolíticos estuviesen a punto de agotarse en nuestras farmacias, y la que a fin de cuentas, está resultando la gran perjudicada en todo este delirio catastrófico.

Nadie les explica que, plus minus, los que ahora les alarman y les ensombrecen el alma con nuevos miedos, son los mismos que antaño hacían exactamente lo mismo con el pantano de Itóiz, intentando su paralización, y que hoy en día pretenden mediar en el aprovechamiento de sus aguas. De las mismas aguas que antes se negaban a embalsar. También para Itóiz alertaban de laderas y tsunamis, llegando incluso a asegurar que el más mínimo temblor, haría que su nueva presa se viniese abajo. Pues bien. A día de hoy y desde el llenado de la presa de Itóiz, no ha sido uno, sino cientos los temblores que ha soportado, y ahí sigue, Temblores que han llegado a ser más que notables, como los sufridos en la primavera de este año, y con epicentro en las cercanías de Zubiri.

Puede que sea casualidad, puede que no lo sea, pero estos terremotos como digo, han tenido un epicentro claramente localizado en esa zona. Zona que coincide “casualmente” con el radio de explotación de la mina de Zubiri, siendo algo de lo que o nadie se percata, o nadie reconoce percatarse. Porque si algo está claro, sobre todo en la Sangüesa de hoy, es que una mina, es una mina. Esa Sangüesa que ya en las elecciones pasadas, unificaba criterios haciendo que todas las siglas se frotasen las manos ante la oportunidad de dirigir el ayuntamiento que gestionase la “millonada” de la mina, haciendo de este discurso el único para todas las reuniones, charlas y escenarios.

Porque si para el pantano valen las mentiras, para ésto, mejor los silencios. Ante tal “millonada”, y sus “800” puestos de trabajo, no vale prestar oídos a los propios trabajadores de las prospecciones cuando afirman que no hay mina que más “mierda”(sic) arroje al medio ambiente, asegurando que las poblaciones más cercanas desde el primer momento tendrán que, o bien acostumbrase a vivir con mascarilla, o bien buscarse la vida en otro lugar. Del mismo modo se ignoran las afirmaciones de quien, siempre desde el sector minero, asegura que las contrataciones de darse, ya vendrían cerradas de fuera, y con personal ajeno a la comarca.

Poco se habla de que a partir de su explotación, todas las fuentes, manantiales y pozos serán tóxicos a perpetuidad, o del peligro de seísmos reales que traerá una explotación de semejante envergadura. Enfermedades respiratorias, el peligro real que sí traerá al pantano, y un largo etcétera de cuestiones asociadas a esta mina, pasan sin pena ni gloria porque…porque la mina lo vale. Que serán muchos duros, y aquí para eso estamos: para gastarlos.

Al pantano sí, que le den, y si se pregunta a alguno por el aprovechamiento del agua, contento que no te responda eso de “Para aquí ya tenemos suficiente. Si los de abajo la necesitan, que se jodan y se la embalsen ahí”. Que parecerá una burrada la frase, pero es tan común como recurrente en éstas ilustes y solidarias personalidades.

Mirándolo así en frío, desde la distancia, incluso parece una maniobra digna de Premio Nobel. Un caso de “Les jodemos la vida a las buenas gentes de Sangüesa metiéndoles miedo con un pantano que no peligra, para amortizarlo políticamente y pescar alguno más en este río revuelto mientras no decimos nada del verdadero peligro porque de darse, nos dejará mucho, pero que mucho dinero, con el que seguir dando vida a nuestras conocidas políticas de decir que no a “casi” todo sin hacer nunca nada de provecho.

Si encima ya, con los años y a causa de la mina, llega un temblor, un hundimiento que haga ceder una presa que ahora mismo no supone ningún peligro por muy nueva que sea…aun se darán golpes en el pecho gritando eso de:

Ya lo decía yo!!!

 

Rogelio Taboada

Cantero artesanal, escritor e historiógrafo sangüesino

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12 comentario sobre «Este pantano es una mina»
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