Dom. Sep 28th, 2025

Nuevas y felices. Pese a la escasez de tiempo que dedicar a estas y otras artes, me complace presentaros esta nueva joya del pasado que resulta tan inesperada como relevante.

Contactado por los hermanos Mayayo de Lobera de Onsella, me remiten un par de fotografías. Las imágenes muestran una curiosa pieza de arenisca, decorada de muy singular modo, teniendo como elemento central en tal decoración una perforación circular en su centro. Presa de la curiosidad, pues las imágenes nunca terminan de satisfacer, me dirijo a la localidad aragonesa donde soy muy bien recibido por José Luis Mayayo.

La pieza en cuestión asombra por todo lo que encierra en su singular apariencia.

Encontrada en el único edificio que perdura sobre la antigua necrópolis del Cerro de San Miguel, excavada en 2014 por D. José Ignacio Lorenzo -y que arrojó la sorprendente datación por carbono 14 de sepulturas a inicios del siglo X, alegrándonos el día a los conocedores de las «Correrías moras»- su decoración la declara como singular. La pieza que se me mostró se encontraba ya alterada por trabajos previos de limpieza, mostrando todas sus superficies homogéneas, incluyendo las acanaladuras, privándome de un posible estudio del material acumulado en las estrías decorativas ya que habían sido «remarcadas» a lapicero.

Descartadas por su tamaño y forma las primeras hipótesis sobre su funcionalidad, se muestra como un fragmento de cupa romana, fracturada en su segunda vida y decorada para el cumplimiento de su nueva función como elemento ornamental dentro de un templo cristiano.

Su decoración mantiene un claro estilo visigodo, pudiendo afirmar que dicha decoración es muy posterior a la confección del elemento original. La cupa romana, posiblemente creada entre los siglos II y III dC, se fragmentó buscando su remate triangular, teniendo siempre el orificio libatorio como centro. Las fracturas y su retallado muestran una fractura posterior al tallado decorativo, y otra que nos resulta más relevante para su estudio ya que se demuestra como anterior a esta decoración. Ésta primera fractura se muestra con el mismo grado de erosión que el resto de superficies originales, con la salvedad de que esta fractura fue perfilada por la nueva decoración visigótica. El artesano que realizó la decoración, impedido por la fractura de mantener el tallado hasta el final del bloque, desvió su trazado para perfilar la nueva fractura. Acción que en la actualidad nos ayuda a demostrar sus dos funcionalidades, con varios siglos de diferencia entre ambas.

Su tipología original se muestra idéntica a las encontradas en el yacimiento de Los Bañales, pudiendo comprobar su similitud en tamaño y forma en las publicadas por el Profesor Javier Andreu (2018). Como singularidad, puede asegurarse que la estructura de esta cupa, lejos de ser monolítica, estaba formada por varias unidades dispuestas de manera contigua, alineadas en torno al orificio libatorio.

Cupa de Uncastillo (Serrano Basterra)
Cupa de Uncastillo (Serrano Basterra)

Prueba de ello nos da otra pieza que se mantiene en el lugar del hallazgo como parte de su estructura, y que comparte dimensiones similares, mostrándose como pieza apenas alterada, que conserva gran parte del formato original.

J.L. Mayayo

La parte discordante la encuentro en el apartado epigráfico de la pieza. En un lateral muestra lo que parece ser una inscripción basta y mal ejecutada, donde puede leerse «IV ANO». Esta inscripción se aleja de manera brutal al estándar del mundo visigodo, cuya letra Capital hereda del Imperio. Inscripción con falta de alineación, su ejecución con una sola N, su tipología, y el ser realizada con una herramienta mucho más fina y afilada que el resto de la decoración, invita a pensar que pueda tratarse de un añadido posterior o moderno al resto de la pieza.

Inscripción que para nada desmerece el resto del conjunto, regalándonos con su hallazgo un nuevo fragmento de nuestro pasado perdido. Algo que, a las claras, debemos celebrar.

Rogelio Taboada.

Comentarios

comentarios

Admin

By Admin

Related Post