Admin 
Repasando textos teatrales, para un reconocimiento y encuentro con el periodista y escritor de teatro, Ignacio Amestoy, me encuentro con la figura de Félix Urabayen Guindo nacido en el Valle de Ollo, concretamente en Ulzurrun, en 1883 y fallecido en Madrid en 1943. Félix Urabayen fue al decir de Manuel Iribarren en sus Escritores Navarros, “ un novelista –y buen novelista- de muy cuidado estilo que ha escrito páginas de antología” Fue ante todo un profesor que enseñó primeras letras en varios pueblos navarros y que después, superándose y ganado en titulaciones, ejerció como profesor de Escuela de Magisterio en la materia de Lengua y Literatura Españolas. Cuando recaló en la de Toledo (1911), conoció y casó con otra profesora, especialidad de Física, María Mercedes Priede de Hevia en 1914. Ella además era propietaria del Hotel Castilla en Toledo, por donde pasaban personas variopintas que aportaron al escritor abundantes apuntes para sus escritos.
En su obra literaria muy extensa destacan tres trilogías: la trilogía de libros acerca de su patria chica, Navarra, con los títulos El bario maldito (1925) que trata sobre los agotes; Centauros del Pirineo (1928) y Bajo los robles navarros (editada después de su muerte en 1965). La trilogía toledana, son las novelas Toledo: piedad (1920); Toledo la despojada (1924) y Doña Amor volvió a Toledo (1936). Su prestigio como autor literario le abrió las puertas de las tertulias literarias de la capital de España que frecuentaba desde su residencia toledana, principalmente a la de La Granja del Henar, en la Gran Vía donde solía acudir con su vistosa boina de ancho vuelo acompañado de su amigo Olarra, dirigente de Espasa Calpe que le publicó bastantes títulos y allí estaba Ortega y Gasset con su influencia notable en la cultura comprometida; es también el lugar donde coincidió con Manuel Azaña, con el que trabó una buena amistad que le forzó a presentarse a las elecciones por su partido republicano en 1936. La Guerra la pasó en zona republicana y tras una depuración normalizó su vida pasando sus tres últimos años de su vida escribiendo su obra póstuma en la capital navarra que tanto quiso, junto a su hermano Leoncio, también profesor de la Escuela Normal de Magisterio e ilustre geógrafo. Otra de sus célebres obras, La última cigüeña (1921) tiene como escenario Badajoz, en la que propuso de modo valiente y realista la necesidad de promocionar zonas deprimidas humana y económicamente. Entre las obras curiosas, está Vidas difícilmente ejemplares (1928) un conjunto de semblanzas de personajes y personajillos pintorescos, nada recomendables como ejemplos de vida, pero perfectamente retratados por el escritor. Su sobrino, Miguel Urabayen, periodista de alcance y profesor en la facultad de Ciencias de la Información de la Universidad de Navarra, crítico de Cine en Diario de Navarra, dice de su tío en la Gran Enciclopedia Navarra, “se alza como prosista delicado y ameno, en cuyas narraciones se conjugan lo real y lo simbólico, lo cotidiano documentado y la fantasía más apasionante, la crítica implacable y la indulgencia irónica”:
En las estampas que en sus novelas ofrece Urabayen de su Navarra natal destacan las páginas costumbristas descritas a al vez con finura literaria y de modo ameno y comprensible, desde las bodas familiares a los almadieros pirenaicos, pasando por el pastoreo y las conmemoraciones religiosas.
Sus colaboraciones periodísticas fueron abundantes, y sobre todo famosos sus folletones en El Sol, ejemplo ilustre de la Historia del Periodismo español y que ahora cumpliría cien años, dirigido sucesivamente por Félix Lorenzo y Manuel Aznar, mi biografiado periodista y diplomático de Echalar. Miguel Pérez Ferrero reivindicó la figura del escrito en su libro Algunos Españoles, en estos términos: ¿Por qué la casa editora que tiene los derechos de casi todos los volúmenes no los vuelve a la luz? Hay unas generaciones que no han gustado la lectura del gran escritor y que, de fijo, sabrían apreciarlo en sus espléndidos valores”.
Jesús Tanco Lerga
Doctor en Ciencias de la información por la UN