Mar. Abr 23rd, 2024

Uno lleva este año especialmente, hace unos días, viendo un mismo mensaje. El 25 de diciembre, YA NO sólo se celebra la NAVIDAD. Esta celebración, hoy día más civil y no tanto religiosa, ahora ya se le ha buscado «competencia»; o se pretende. Una de marcado carácter «racionalista», cabe suponerse por la insistencia. Quizá adecuada para que ateos, agnósticos y otras varibles puedan justificar que también tienen algo que celebrar: El Nacimiento de Isaac Newton.

Pero ¿es cierto? ¿es correcto? Más aún, ¿es rigurosa y científicamente correcta tal efemérides?

Recordemos al personaje, sus famosas leyes sobre Mecánica, sobre el Movimiento y, de paso, sin ser incompatible, hablemos un poco de otra ciencia, la Historia.

Datación y Cronología

En la llamada «cultura occidental» la relación de hechos y acontecimientos se ha tratado de fijar mediante fechas. La datación de un documento es esencial para establecer forma efectiva un determinado mandato, una legislación y la vigencia de las mismas.

Para cada sistema de datación empleado se establece una línea cronológica rectilínea. Está comprobado que existen en cada momento, en cada ámbito geográfico, distintos sistemas de datación, con más o menos acierto y precisión. Una de las disciplinas fundamentales de la Historia es la Cronología entendida, según el diccionario, como la ciencia que tiene por objeto determinar el orden y las fechas de los acontecimientos históricos. Una de las tareas de la Cronología es, por tanto, estudiar a fondo tales sistemas de datación y establecer con rigor y precisión los solapamientos y la continuidad entre ellos.

Pero, ¿nació Isaac Newton el día de Navidad o no?

¡¡Indaguemos…!!

Ud., querido lector, no se apure, ni se levante siquiera, si pensaba hacerlo, a por la «espasa», la «salvat», la «larousse» o alguna de esas grandes enciclopedias que, otrora, tantos buenos momentos nos han dado a más de una generación.

Vamos a facilitar referencias digitales. Y vamos a suponer que nos hemos encontrado tres vestigios documentales hablando sobre un mismo tema, tres fuentes:

1) La poderosa decana Enciclopedia Británica, que, desde 1768, ininterrumpidamente, como se dice vulgarmente, se ha currado el tema. Profusa y concienzudamente. De su prestigio y fiabilidad pocos dudan. Y que, además, se plantea uno, sabrán un rato acerca de su paisano, nombrado caballero y fallecido apenas unas décadas antes: –https://www.britannica.com/biography/Isaac-Newton

En el formato móvil leemos, tal como muestra la primera ilustración, y traducido del inglés:

Nacido el 4 de enero de 1643.

Tras un posible asombro inicial, ya en el detalle de la entrada , se viene a puntualizar:

«Sir Isaac Newton, (nacido el 25 de diciembre, 1642 [4 de enero de 1643, Nuevo Estilo], Woolsthorpe, Lincolnshire, Inglaterra».

Para profanos, anglófonos o no, y demás cabe preguntarse qué es eso de «nuevo estilo (new style)». De momento, lo olvidamos. Más adelante se aclara. Como avance, apuntar a que hace referencia a un sistema de datación.

2) La popular y todopoderosa Wikipedia, en español, por otra parte, dice: «Isaac Newton (Woolsthorpe, Lincolnshire; 25 de diciembre, 1642jul /4 de enero de 1643greg)».

https://es.wikipedia.org/wiki/Isaac_Newton

Otra pista ya nos habla de dos sistemas de datación, dos tipos de calendarios: juliano y gregoriano. Pero vayamos, por último, sin necesidad de ahondar más tampoco en la Wikipedia, a un tercer sitio:

3) Un blog, uno de tantos, sobre Historia y Biografías:

https://historia-biografia.com/isaac-newton/

En él leemos ya esta aclaratoria frase: «Nació en la localidad de Woolsthorpe Inglaterra el 4 de enero de 1643, que en ese tiempo correspondía al 25 de diciembre de 1642 ya que el calendario usado en esa época era el juliano».

Esta última afirmación, en un contexto de investigación histórica, ya nos daría una buena pista al ampliar y relacionar los sistemas de datación juliano y gregoriano. Y como sin duda, lector, con tu natural carácter deductivo ya habrás hecho, efectivamente ese anterior «nuevo estilo» habla de tales sistemas con lo que cabe afirmar que el juliano era un «viejo estilo» frente al gregoriano actualmente adoptado.

Santa Teresa de Jesús.

Y así es. Ese «nuevo estilo» hablaba de la forma de datación, uno de los grandes quebraderos de cabeza de los historiadores. Sabíamos, quizá, algo más, por proximidad geocultural, de los calendarios juliano y gregoriano. En casi todo el mundo es el vigente, el actual, el ya denominado calendario civil. Pero ha sido tan paulatino su adaptación en muchos países desde que se iniciara en 1582, que la convivencia de ambos sistemas es constante (por no hablar de la era hispánica en otras regestas documentales) y debe estar presente en cualquier historiador que se precie profesionalmente para evitar confusiones. Porque eso es parte de su oficio. Algo que desconocen la gran mayoría de súbitos pseudohistoriadores que, como setas de otoño, afloran por doquier en las redes sociales.

Como anécdota, y ejemplo, dado que exactamente coincidió en España con el cambio, Santa Teresa de Jesús murió la noche entre un 4 de octubre y el 15 de octubre de 1582. Sí. No hay error en la afirmación. La misma noche de la transición en España. Por si no hubiera ya suficiente con toda su vida y obra para recordarla.

La exaltación racionalista de un teólogo.

La reciente y súbita exaltación del nacimiento de este físico, filósofo, teólogo y matemático inglés, entre otras facetas, parece otra posverdad para solucionar el vacío de motivos de celebración del 25 de diciembre. Algo pensando para los no-creyentes, especialmente en el entorno socio-cultural del occidente cristiano, quizá buscando justificar su jornada no laboral.

Pero si se desea seguir el ejemplo de un racionalista científico debemos aplicar con rigor el método científico. Siendo el calendario gregoriano la base del calendario civil de gran parte del mundo, Sir Isaac Newton nació un 4 de enero de 1643. Los seguidores calendario juliano será ese día cuando celebren su Navidad. Resultaría paradógico que los más exaltados amantes del racionalismo se saltaran tal rigor en aras a colmar un exiguo «santoral» festivalero.

¡Inaceptable! Por muchos «newtons» de presión que pongan en su empeño para que sea aceptado. Es como decir que las 5 de la tarde es la misma hora en Australia que en Europa. Supongo que dirán que dependerá del huso horario.

Pero que además se le trate de ensalzarle «racionalmente» entra de pleno en contradicción con la que fue una figura profundamente religiosa. No sería católico, cierto, pero no implicaba una incredulidad, un agnosticismo o un ateísmo. Aspectos que sí parecen pretender asociar con él. Es más, incluso existe en su obra una parte dedicada a la Teología. Y no entremos a hablar sobre sus cálculos para el 2060 del «Juicio Final». Algunos, viendo el panorama actual, nos empezamos a creer factible tal eventualidad.

La histeria con la Historia.

Se puede aceptar que, efectivamente, el 25 de diciembre no naciera Nuestro Señor Jesucristo. A estas alturas de la Historia parece demostrado que naciera ese día y ese mes, e incluso ese año.

– ¿Qué año, dice Ud…?
– No, el año 0 no. No existe año 0. El hito es el nacimiento. Desde que ha nacido la cuenta pasa de negativo a positivo. No hay un «limbo» de 365 días para nacer. El 0 es un número que marca un hito. Por eso, porque empezamos a contar de 1 es por lo que el año 2000 era el último del siglo XX y del segundo milenio. Y el año 2001 es primero del nuevo siglo y milenio. Lo diga quien lo diga. Las matemáticas están ahí.

Parece existir cierta histeria con la Historia. Veamos el elenco de pseudohistoriadores de sofá que manipula esta ciencia a la carta para encajarla en su articulado ideológico o cultural. Mejor es que empiecen a sosegarse más en la dinámica de tal parcial difusión digital, y se centren en promover la dinámica ocular y neuronal, a leer más, a pensar críticamente en lo que se lee, a respetar y estudiar con cariño el trabajo de los profesionales, de cualquier ramo. E incluso, por qué no, se repasan las misma leyes de Newton; con gran profusión, la tercera; esa de la acción-reacción; no vaya a ser posible la eventualidad apocalítica pronosticada por tal astrónomo en el año 2060.

Y, finalmente, dicho sea de paso, como tantos otros continuaron el suyo, don Isaac no hizo, a su vez, sino continuar con las investigaciones y los trabajos ya emprendidos por, entre otros, dos coétaneos españoles, a la sazón, grandes desconocidos para la gran mayoría de sus paisanos: Juan de Celaya y Domingo de Soto.

Javier I. Igal Abendaño

Ldo. en Filosofía y Letras
Posgraduado en Seguridad de Tecnologías de la Información y Comunicación

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