Vie. Abr 19th, 2024

Una institución educativa ultramarina, de la hispana república de Panamá, se nos ha marchado hace unos meses, en concreto en el 13 de enero pasado, el padre Benjamín Ayechu Garde. Había nacido en Elcoaz, pueblo cabecero de Urraúl Alto, en esa Navarra prepirenaica de tantos encantos, que el río Areta, dejando a un lado la Santa Fe, que instituyó Sancho Ramírez, después de ser educado en Conques; en ese rincón tan encantador vio la luz, Benjamín, el octavo de los nueve hijos del matrimonio formado por Manuel Ayechu Miguelena y Rosa Garde Barber, el día 31 de marzo de 1923. Cerró los ojos en esta vida terrena en su Panamá querido, y el eco de su fallecimiento llenó de tristeza a sus alumnos, a los colegas académicos, además de a su familia navarra que tanto lo quería. Y esto me consta por su sobrina Asun Ayechu que con su marido docente también, Fernando Gómez se había desplazado hace poco tiempo a visitar al tío Benjamín hasta el país del Istmo.

            La vida de infancia y juventud de esta personalidad puede ser la de cualquier niño de pueblo en la Montaña navarra. Bautizado al poco de nacer por el párroco don Félix Beguiristáin, y recibiendo la Confirmación –costumbre entonces- a los cuatro años de manos del obispo pamplonés, don Mateo Múgica, y la Primera Comunión a los seis, cursó las primeras letras en su pueblo natal. La familia de raigambre católica, tuvo en su seno tres hermanas religiosas: Gregoria (Terciaria Capuchina), y las Hermanas Agustinas Recoletas, Asunción y Josefa. A nadie extrañó en el pueblo que se encaminara a los estudios del Seminario Agustino para prepararse a servir en la Iglesia como sacerdote. Artieda fue el centro de estudios donde aprendió los rasgos de la orden, que tras un célebre capítulo general celebrado en 1908 en San Millán de la Cogolla, decidieron, abandonados los conventos de Filipinas, lanzarse a la otra orilla del Atlántico. Superado el noviciado que realizó en Valentuñana a un tiro de piedra de Sos del Rey Católico, se encaminó desde Bilbao con veinticinco días de travesía de barco, hasta Puerto Cabello en Venezuela. Recibió el Orden Sacerdotal en Bogotá en 1946, pasa por distintas casas agustinianas de la zona: Ciénaga, Cali donde obtiene el título de Maestro, recala en marzo de 1954 en Panamá donde realizará una obra apostólica y cultural de gran envergadura. Separado de su Navarra natal, físicamente, ejerció sus labores docentes y religiosas rodeado de religiosos paisanos suyos formados en los colegios de las distintas provincias de la Orden, como Artieda, Lodosa, Marcilla y Monteagudo. Destaca el padre Benjamín en la docencia en el colegio san Agustín, situado en el centro histórico de la capital panameña.

            En este colegio de referencia para toda la nación, se auspician reuniones de altos mandatarios de la región, como el congreso Bolivariano de presidentes, en 1956. Asistieron a él Eisenhower, Fulgencio Batista, Duvalier, Manuel Arias, entre otros. Preocupado por la formación cristiana y cultural de la juventud, fundó la Primera Escuela de Adultos padre Bernardino García, verdadero vivero de miembros de Acción Católica. Ahora hace sesenta años, sustituye en la dirección del colegio San Agustín al padre Rogelio Barásoain, y al poco inaugura la nueva planta del colegio que fue bendecida por Mons. Agustín Ganuza, agustino y de Artajona.

            Pero la gran obra educativa del padre Benjamín fue la promoción y erección de la Universidad Santa María de la Antigua. Desde 1962 fue preparando con la Federación Católica de Asociaciones de Padres de alumnos de Enseñanza Media la creación de la Universidad Católica de Panamá, que compitiera en el buen sentido de la palabra con la Universidad Nacional de Panamá que desde 1935 llevaba la batuta de la enseñanza superior en el país centroamericano. Sectores de la izquierda ideológica, alentados por el castrismo comunista cubano, aprovechando la animosidad contra los Estados Unidos a propósito de la administración monopolizadora del Canal, tuvieron en los estudiantes y profesores católicos, una adecuada respuesta que con los ideales patrios muy hispanos, supieron crear un ambiente de concordia intelectual. Al padre Ayechu no se le puso nada por delante para poner en marcha su creativa idea de la Universidad. Se fijó en la Universidad Católica de Chile; acudió a reuniones internacionales de la UNESCO, pero sobre todo desplegó una gran actividad social con empresarios, líderes sociales y políticos para estudiar las medidas que hicieran viable la Universidad, moderna pero al mismo tiempo cimentada en los valores de la cultura Occidental. Ayudó mucho a la feliz resolución de la empresa, la amistad del padre Benjamín con el cardenal Juan Bautista Re, al que conoció en 1963 y trató muy afablemente. El lema del agustino imparable, “Si hay que hacerlo, hay que hacerlo”, se convirtió en una norma de trabajo. En pleno concilio Vaticano II, Roma aprueba el 19 de octubre de 1964 la Universidad Católica de Panamá. Empezó el padre Ayechu por proponer a la autoridad eclesiástica y a la civil, los programas de estudio de las primeras facultades que fueron Humanidades, Psicología y Administración de Negocios. El 17 de marzo de 1965 el arzobispo de Panamá, Mons. Clavel, anunció que el nombre de la Universidad sería el de Santa María La Antigua, en honor a la primera iglesia del continente y también pionera ciudad fundada por los españoles en él. Nombrado Rector, el padre Ayechu se preocupó de conseguir todas las licencias oficiales y por Decreto Ley de 8 de septiembre de 1966, el Estado de Panamá la reconoció. En abril de 1967 fue colocada por el presidente Max Devalle y con los rituales acostumbrados la primera piedra en el Campus de Miraflores, primero de las nuevas instalaciones. Siete años más tarde de la puesta en marcha de la Universidad que fue en 1965 en el edificio del Palacio Arzobispal, en el año 1972 se inauguró en plena expansión, el campus de Colón y vendrían después las extensiones en Chiriquí, Los Santos y Santiago de Veraguas.

            Los miles de estudiantes que han cursado estudios en la Universidad Santa María La Antigua han tenido un plantel escogido de profesores. Además de la preparación científica, han procurado poner de verdad en sus clases e investigaciones, el lema que dio nuestro protagonista al colegio San Agustín: Virtud, Ciencia y Caridad. He tenido la suerte de recibir en Pamplona y en la Universidad de Navarra a autoridades de esta Universidad que recibió la impronta fundacional de este religioso navarro que nos ha dejado en los albores de este año Diecinueve. A sus grandes dotes de gobierno y de trabajador incansable hay que anotar la ayuda inestimable de sus hermanos religiosos, especialmente de los obispos navarros como el ya citado Agustín Ganuza, monseñor Martín Legarra y la del eminente monseñor José Luis Lacunza, a quien tuve el honor de conocer en Ujué, y a otros padres agustinos que dejaron su vida en las aulas panameñas. No es de extrañar que tras la muerte del padre Ayechu, el 13 de enero pasado, las campanas de Panamá, el mundo académico, sus discípulos y hermanosen Religión, y los que hemos conocido su obra descomunal, le rindiéramos honores con nuestra oración y recuerdo. A propósito de la gesta hispana de la vuelta al Mundo, 1519-22 (Magallanes y Elcano hubieran ahorrado meses yendo por el Canal interoceánico), y de los ataques que vemos a la libertad de enseñanza y creación de centros de iniciativa social, hoy he evocado con gusto la obra del padre Benjamín.

Jesús Tanco Lerga

Doctor en Ciencias de la información por la UN

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