Sáb. Abr 20th, 2024

Vivimos bajo la amenaza del populismo siniestro. También de la puesta en valor de los mártires de la persecución religiosa de 1934-39, con la beatificación el 12 de octubre de sesenta seglares y religiosos de las Hijas de la Caridad y san Vicente de Paúl. Quiero glosar por ello, la figura de un religioso paúl navarro, el padre Hilario Chaurrondo Izu, nacido en Iturgoyen (Casa del Panadero) el 3 de noviembre de 1893 y fallecido en Madrid, en 1973 después de un viaje ya muy enfermo desde La Habana poco antes de morir. Sus restos, como sus memorias (30 tomos, con copia enviada a Pamplona, colegio de la Milagrosa), descansan en la Casa de los Paúles de la calle García de Paredes de Madrid. Me encontré con el padre Chaurrondo en mis investigaciones cubanas de mi biografiado Manuel Aznar, periodista navarro y diplomático, que estuvo en la Gran Antilla desde 1923 hasta 1931. Allí conoció y admiró al padre Chaurrondo, quinto y paisano suyo, colaborador religioso en Diario de la Marina, cuyo director técnico era precisamente Aznar. El padre Chaurrondo estudió primero en el seminario paúl que había en Viana, para culminar su carrera eclesiástica con su ordenación en 1918. En virtud de lo que se llama la Obediencia en la vida religiosa, desembarcó en La Habana en 1919 donde estuvo desarrollando una labor pastoral inmensa en la iglesia de la Merced y otros templos habaneros hasta 1973.

El padre Chaurrodo hizo una gran labor de publicista en periódicos de gran difusión y calidad como el citado Diario de la Marina, donde publicaba glosas y colaboraciones periódicas de gran interés para el público fiel. Su sección “Y dice el P. Chaurrondo” era un ejemplo de claridad mental y oportunidad pastoral. Además, en cuanto le fue posible daba doctrina y también valores humanos a través de emisoras de radio con amenidad y trasfondo moral que le hicieron famoso. En cuba conoció al sacerdote y poeta de Puente la Reina Ángel Gaztelu (1914-2003), que como tantos otros, confió –qué ingenuidad-, en la revolución castrista con la idea de que iba a traer más justicia social. El resultado es sobradamente conocido. El padre Chaurrondo tenía constante relación con periodistas y personalidades de la cultura. Él mismo hacía editoriales en El País de La Habana, periódico del político Alfredo Hornedo, donde también trabajó Manuel Aznar. Tuvo una proyección docente en el colegio de gran prestigio El Vedado y allí donde fuer requerido para dar conferencias o discursos de un gran valor. Se señalan cinco líneas apostólicas, según puede leerse en “Iturgoyen”, de Jerónimo Azanza (1984): Obra de las misiones parroquiales; Obra en servicio del Preso; Obra a favor de los sagrarios pobres; Católicas Cubanas; y labores en medios de comunicación.

La orden o congregación vicenciana (cuatro siglos se cumplen de su fundación) está de enhorabuena con la beatificación de sesenta de sus miembros en Madrid el 11 de noviembre, entre ellas hay cuatro palmas de martirio de Navarra, sor Toribia Murugarren, una de ellas, monja de las religiosas de la Caridad que tanto saben de curar heridas de guerras y enfermedades de hospitales y asilos, y también de heridas de sufrimiento moral. Con ella, los nuevos beatos Gil Belascoáin, Gregorio Armendáriz y Joaquín Zubillaga También debe estar el recuerdo y reconocimiento a quienes formaron y forman parte de ella que durante muchos años, han dado lo mejor de sí mismos en servicio de los demás. Del padre Chaurrondo he hablado con especialistas en la historia de Cuba como Ignacio Uría, que cuenta con varios libros sobre la españolísima Cuba, desespañolizada o al menos lo intentaron por yanquis colonizadores y luego, por los comunistas castristas. Tambnién con la familia Azpíroz de Pamplona, y otros cubanos amigos. Curiosamente Castro era hijo de emigrantes gallegos potentados, estudio en los Jesuitas e hizo la carrera de Medicina. Renegó e instrumentalizó la buena formación recibida en aras de su revolución en Sierra Maestra y la Bahía de Cochinos. España no se olvida ni puede hacerlo, de esta parte de la Hispanidad que fue ejemplo de fidelidad a la corona, hasta que en el nefasto 1898 fue impelida a separarse de ella. Todavía queda ese rescoldo de la madre patria allende el océano, como podemos observar si hacemos lo que en justicia procede: acercarnos hasta aquellas tierras y palpar la labor civilizadora y evangelizadora que personas como el padre Chaurrondo hicieron en aquellas latitudes. Y un desahogo personal: hay que cubrir las bajas de estas personalidades y de sus ministerios. Creo que el último cantamisas que hubo en mi ciudad natal, Olite, fue la del paúl Santiago Azcárate Gorri, hace tres décadas largas. Recuerdo con especial cariño, la obra educativa de los paúles en la Milagrosa en Pamplona, con otro paisano mío, bondadoso donde los haya, Enrique Jiménez Biurrun. Es imposible, que la sequía vocacional que padecemos, no sea transitoria y veamos Dios quiera que pronto, reverdecer con vocaciones de entrega, órdenes religiosas que contaron con tantos y tan buenos misioneros y mártires.

Jesús Tanco Lerga

Doctor en Ciencias de la información por la UN

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