Vie. Abr 19th, 2024

Si dices algo, mal. Si callas, peor. Aun así la cosa, hay veces que llega a tocarte la moral. Ha sido el caso de estas últimas semanas, donde el factor cultural, debidamente canalizado –monopolizado en realidad- por nuestras cultas y bien publicitadas autoridades, ha tenido su momentico de gloria. Autocomplacencia y felicitaciones por lo buenos que somos, y a otra cosa, mariposa.

Nadie habla del resto, de lo que se ve a diario. De los casos que demuestran en realidad la “preocupación” municipal por el Arte, la Historia y el Patrimonio. Y pongo un solo caso de los muchos que hay.

2017. Una mañana, amanece San Salvador con una enorme pintada, en su muro norte. La pintada en cuestión, de pintura morada sobre la mampostería del muro. Su forma, un pene de grandes dimensiones, con sus dos cascabeles a juego. Lo que viene siendo una polla de las de toda la vida. La superficie afectada, un metro cuadrado aproximadamente. Un metro cuadrado de muro, que además de estar en una Iglesia, lo está en un Monumento. Uno más de nuestro extenso patrimonio.

Poco parecía importar, ya que hicieron falta meses de quejas vecinales (como le espetó alguien a un vecino, siempre son los mismos), para que tuvieran a bien eliminar la polla de nuestro monumento. Y por fin, llegó el día en que a ello se dispusieron. No hizo falta chorreo de arena, o agua a presión. Simplemente se hizo llegar a dos operarios, con una piqueta el uno, y una bujarda el otro. Y ahí pasaron el rato apiconando la pintada.

Resultado; el que podéis ver en la foto. Se pasó de una pintada de mediana caducidad, a un tatuaje perpetuo. Al apiconar directamente la mampostería, se han asegurado de tatuar esa polla para que sepa traspasar así los siglos, para gloria del autor.

Es muy jodido escribir sobre esto, porque sabiendo lo que hay, es fácil suponer cómo se intentarán dirimir las responsabilidades. El ínclito Ayuntamiento tirará balones a la Mancomunidad, la Mancomunidad descargará sobre la empresa contratada para la limpieza, y ésta en último recurso, culpará a los operarios.

Siempre acaba pagando el que se limita a hacer su trabajo, siguiendo el mandato ajeno.

No obstante, como no es la primera pintada que se borra en Sangüesa, ni la primera que se hace en una de nuestras iglesias, habrá que saber qué ha cambiado en esta ocasión. Que lo mismo se dice que hay que recortar en ese tipo de gastos, que a estas alturas, cualquier cosa. Igual es por eso que (a diferencia de las pintadas que borran los euskéricos nombres) las pancartas que se ponen en el puente, ó en el Corazón de Jesús, ó en el kiosco del Prau….perduran en su sitio meses…y meses…e incluso alguna, más de un año. ¿Será por no gastar?

Lo que sí queda claro es, que nuestras cultas y doctas autoridades, tardaron meses en ver una pintada de metro cuadrado, y van a tardar años según se ve en darse cuenta del atentado contra nuestro Patrimonio que se ha realizado con dinero público.

Y ojo, que no culpo al Ayun de la pintada. Nada más lejos de mi intención. El culpable y a la sazón, el que debe de hacerse cargo de todos los costes que esta gamberrada genere, es directamente el autor. El grafitero. El gilipollas. O como se quiera llamar a quien decidió poner ahí esa polla.

Al Ayun únicamente….lo justico.

 

Rogelio Taboada

Cantero artesanal, escritor e historiógrafo sangüesino

 

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