Vie. Abr 19th, 2024

A la palabra romance, las fuentes clásicas le otorgan las definiciones de “lengua de romanos” ó “lengua romana rústica”. En esta evolución del latín, todo nos lleva de nuevo a Roma. Mucho se está hablando en estos nuevos tiempos del Romance Navarro, y no siempre para bien. Una de las expresiones más utilizadas en la actualidad por los enemigos de la Historia real, repetida últimamente bajo su interesada acepción hasta la saciedad a ver si repitiéndola mil veces consiguen que sea real, es la de “linguae nauarrorum” adjudicándole el falso mérito de ser una expresión referente al vascuence.

Intentan con ello que ahora, en la actualidad, cualquiera que estudie sobre la Historia de Navarra piense que los navarros de la edad media eran vascoparlantes, únicamente para sustentar sus necesidades actuales, bien sean político-culturales o económicas.

Sobre ésta expresión, sobre la “linguae nauarrorum” puede decirse mucho, y sin tener que ser una lumbrera para reconocer de inmediato su verdadero sentido. La referencia escrita que la incluye siempre es mal descrita por quienes la usan, ya que al documento original lo describen como “un documento de designación de mayorales de Zamarce” siendo hasta ese punto erróneo, ya que en realidad relata el pleito y acuerdo entre ambas partes, sobre el uso y la responsabilidad de un busto de arimería.

Palabra ésta, busto, que tiene mucho que ver aunque no lo parezca con la famosa expresión sobre la lengua de Navarra.

Un busto en origen, no era más que una extensión de terreno deforestado, a veces cercado, dedicado a la salvaguarda de bueyes y vacas, donde las reses pudieran pastar seguras, libres de ataques de depredadores, seguras ante pillos y cuatreros. Indagando sobre este particular, podemos ver cómo evolucionó su uso a lo largo de la edad media.

Vemos cómo éste término pasa a identificar a los rebaños primero, tanto de bueyes como vacas, pasando a ser posteriormente la palabra que identifique a un rebaño exclusivamente de vacas, compuesto por no más de 800 animales. Finalmente su último uso es ya como nombre a un impuesto que se cobraba en toda España a este tipo de rebaños.

Sobre el origen de la palabra busto existen trabajos realmente meritorios como el realizado por Julián Santano Moreno, que bajo el título de “Celtibérico boustom, iberorromance busto “pastizal, vacada” y bosta “boñiga” , donde tras un estudio ejemplar de todas las opciones lingüísticas que puedan haber sido su origen, tras exponer las diferentes variantes de pensamiento, que litigan por definir si proviene del boustom celtíbero, de la variante latina de bustum, o del verbo latino burere, finalmente se decanta por las lenguas indoeuropeas. Expone el prefijo bou- con raíz celtíbera como origen de la palabra.

No obstante, particularmente considero que el latino burere con su prefijo bur- es un elemento a considerar en su definición como pasto de bueyes, ya que dudo que sea casualidad que uno de los valles más emblemáticos de Navarra en la cría de bovino se siga llamando Burunda en la actualidad. Palabras actuales como burladero o la propia Burlada, tienen su origen en este bur-, en un tiempo donde los bueyes eran el verdadero motor económico del Reyno.

Utilizados en labra y siembra, en el transporte, mercadería, construcción y, finalmente, como alimento, hace comprensible el cúmulo de documentación medieval sobre el aprovechamiento y cuidado de estas reses y su ámbito legal.

Es el caso del documento que nos ocupa. Voy a valerme ahora del Cartulario del chantre, códice nº7, del Archivo Catedral de Pamplona, donde podemos leer la concordia alcanzada entre el Conde Beila, el Abad Paschalis de San Miguel Excelsis, Orti Lehoarriz y Aceari Umea. Al inicio del documento se expone quiénes fueron los constructores del busto: El Conde Latro, padre del anterior, el Abad Garsias Acenariz, Orti Lehoarriz y Garsias Acenariz, maiorale de Zamarza. Devanando el provecho en el uso que tendrá a partir de entonces el busto, llegamos al párrafo en cuestión, que nos dice:

“Erit autem talis differencia inter Orti Leoharriz et Aceari Umea et sucesores eorum quod Orti Lehoarriz faciet ut lingua nauarre dicatur unamaiçter et Aceari Umea faciet buruçagui”

“Cuando sea tal la diferencia entre Orti Lehoarriz y Acenar Umea y sus sucesores Orti Lehoarriz hará como se dice en lengua navarra de unamaiçter mientras Aceari Umea hará de buruçagui”

A la luz de éste párrafo, insistentes voces afirman que la lengua de Navarra era el vascuence porque tanto el unamaiçter como el buruçagui son palabras en vascuence.

¿realmente lo son?

Atendiendo al resto de documentación medieval, tanto española como extranjera, poco cuesta tomar constancia de que unamaiçter es la contracción romance de la expresión latina una cum magister. Entiéndase aquí el magister no como el maestro latino, sino como su evolución medieval a magistrado. Junto al magistrado. A ojos actuales, figura intermedia entre juez y notario. Tan simple como eso. Y tan latino como eso.

En buruçagui nos damos de frente con el prefijo latino bur-, seguido por el uso çagui (sagui). Uno de los muchos cargos civiles heredados de las legiones romanas. En concreto, del cargo de sagaciter, el equivalente al actual sargento. En ésta contracción encontramos al guarda de los bueyes. A quien directamente debe de preocuparse por la seguridad del ganado. Con éste párrafo se dividen parte de las funciones propias de un mayoral entre dos personas a falta de acuerdo, dejando bien claras las funciones de cada uno de ellos. Posiblemente la causa de esta división sea la falta de un mayoral nominativo, similar al Garsias Acenariz anteriormente mencionado, ya que en el documento no se incluye la firma de nadie identificado como tal, con lo que es de suponer que el cargo estaría vacante. El cargo de mayoral en la edad media era un cargo administrativo, que incluía entre sus funciones las labores antes señaladas sobre arbitrio, rentabilidad y cuidado de los ganados. Resulta banal traducir ambas palabras como mayoral, ya que en el propio texto como hemos comprobado ya menciona un maiorale, sin tener que andar con adivinaciones raras. Cargo al que el propio Aceari Umea accedería años más tarde tal y como encontramos en documentos posteriores, y que dejan bien claro su nuevo título de mayoral (sic). Prueba de que ambas palabras no tienen relación ni con el vascuence ni con la palabra mayoral, es que en el euskera actual, ninguno de los posibles usos para ese cargo, el de Mayoral, deriva de ellas o tiene similitud alguna. Si todo este desarrollo hasta aquí te ha parecido complejo, puedo simplificarlo de la manera que acostumbro, que no precisa de tantas puntualizaciones. Y es tal que así:

Si la “Linguae Nauarrorum” es el vascuence como aseguran, la “Linguae Vasconum Primitiae” de Bernat Dechepare…¿qué es?

¿Chino mandarín?

Porque aquí tienen un serio problema los rehistoriadores a la carta, con éste Bernat y su obra de 1545. Obra que es reconocida como primera creación literaria en vascuence. Tanto les complica la cosa esta obra que, como cualquiera puede comprobar, se le presenta como religioso navarro, amparándose en que su localidad de nacimiento (Saint Jean Pied de Port) estaba dentro de la antigua merindad de Baja Navarra, omitiendo cualquier referencia a su condición como aquitano ó francés. Es lo que tiene el reinventar la historia, que luego se dan de morros con la realidad, y tienen que recurrir a piruetas laterales con doble tirabuzón. El Romance Navarro tiene su origen aquí, en la Nauarra original, dígase en el antiguo feudo Jimeno. Comenzando por la intrusión lingüística que supuso para nuestra tierra la llegada de los Visigodos en el siglo V, influenciando al latín local con su variante llegada de la Septimania. Tuvo su continuidad en el marco de las primeras grandes reconquistas de nuestro vecino Sancho Garcés I, que realizó la repoblación de las nuevas tierras libres con gentes o bien enviadas desde nuestro feudo conformando así las primeras Navarrerías, o bien por francos llegados desde Occitania, contando con su lengua de Oc. Obviamente nuestra tierra también tuvo que ser repoblada por occitanos para suplir la salida de colonos hacia las navarrerías, siendo la unión de ambas lenguas el origen del primer romance navarro aquí, difundiéndose posteriormente por las nuevas colonias.

Aquí es donde debo recordaros las navarrerías que mencioné como núcleos repoblados por Sancho Garcés I: Pamplona, Puente la Reina y Estella. Junto con Sangüesa, casualmente, son las únicas ciudades de Navarra que poseen colecciones documentales escritas en “occitano”. Le llaman así, occitano, porque si le adjudican su nombre real, como romance navarro, se desmontan muchas historietas de golpe. Lengua y romance que poco tiene que ver con el romance importado de Vasconia.

Un excelente ejemplo de la colonización llegada de Vasconia, traspasando la frontera de Loiti en dirección Oeste, lo encontramos en el marco de las colonizaciones posteriores a la Gran Peste de 1349 –que dejó Navarra temblando-, en un documento que, sin pretenderlo, me ha deparado muy buenos raticos en la red. El documento, perteneciente al Archivo Catedral de Pamplona (V-13) del 9 de Junio de 1376, describe la cesión de la iglesia de Salinas de Monreal, San Miguel, al monasterio de Leyre. La cita relevante en este caso es:

Quod amodo et ex nunc cura ecclesie predicte et ecclesia predicta regatur per vicarium perpetuum qui erit clericus secularis de nostra diocesi oriundus et basconciatus et qui linguam basconcii quam locuntur homines utriusque sexus ville predicte et loqui sciat et intelligere”

“Que en adelante y desde ahora el cuidado de la citada iglesia y la propia iglesia sea regida por un vicario perpetuo (párroco) que será clérigo secular oriundo de nuestra diócesis y vascongado y con la lengua vascuence que los hombres (personas) de ambos sexos de la citada villa hablan conocen y entienden”

Eso es lo que, textualmente, nos dice ésta cita. Sin interpretaciones. Y la verdad es que no hace falta interpretación alguna. Vemos que como requisito para ser párroco de San Miguel de Salinas, se exigen tres cualidades: Ser cura nacido en nuestra diócesis, ser descendiente de vascón, y hablar vascuence. Así, de un plumazo, se caen por si solos varios mitos difundidos por los rehistoriadores a la carta. Según los dogmas preestablecidos, se da la paradoja de que afirman que los habitantes de su quimérica Navarra original hablaban todos vascón, mientras afirman del mismo modo que ser vascongado, equivale a ser vascoparlante. Hay que reconocer que esos errores y falsedades, de tanto repetirse en el tiempo, casi casi han pasado por verdaderos. Casi. Lo malo como vemos, es que la documentación demuestra “otra” realidad.

Si los naturales de Navarra hubiesen sido vascoparlantes, bastaría el exigir que el cura en cuestión fuese oriundo de la diócesis. Punto final. Pero no. Pide que sea oriundo, y además, que sea vascongado. Si realmente la palabra vascongado se debiera a un valor lingüístico, ahí acabaría la cita, pues ya tendrían lo que realmente precisaban. Un cura de la diócesis, que hablase el vascuence de los nuevos colonos. Pero tampoco. La realidad demostrable es la que es. No todos los colonos señalados como vascones hablaban vascuence. Y, sobre todo, quienes para nada lo hablaban eran los oriundos. Para conseguir el cura idóneo en éste caso, debía de ser oriundo de la diócesis –algo totalmente comprensible en términos eclesiásticos-, y debía de ser descendiente de vascones, pero de la vasconia que tenía por habla el vascón. No el romance franco.

El romance navarro como lengua original de nuestra tierra tuvo particularidades que incluso podemos reconocer en nuestro habla actual. En la Navarra original, dígase desde Sangüesa hasta Jaca, la influencia del sardo, la lengua cerretana, tuvo su implicación en la evolución de nuestro romance, sabiendo mantener en él el sufijo sardo –aico, que ha llegado hasta nosotros como el sufijo que nos hace navarricos ó pamplonicas. Sufijo inexistente en el resto peninsular y que tanto Navarra como Aragón mantienen actualmente. Vuelvo a repetir, y lo repetiré hasta la saciedad, sin relación posible con el vascón allende el Pirineo.

Para terminar éste capítulo os dejo un pequeño diccionario de qué es qué, y quién es quién, redactado para éste capítulo en su edición en papel, que pueda ayudarnos en el futuro a llamar a cada cosa por su nombre.

Navarra- La Navarra nuclear. Reyno original como feudo hispano-visigodo regentado por la dinastía Jimena, y posterior Condado en la baja edad media hasta el reconocimiento bajo su nombre de la totalidad del Reyno. La primera constancia de un Rey ungido como tal es del año 717, y se debe a García Ximénez.

Navarro– Habitante de la comarca anterior.

Pamplona- Cuidad romana en su primera referencia conocida, parte del feudo Jimeno, perdida en la incursión de Al-Gafiqi en el año de 732, y recuperada por Carlo Magno en el 778. Desde ese año fue la capital del Condado de la Marca que llevaría su nombre bajo mandato de la nobleza vascona llegada con los francos, dando paso al posterior Reino de Pamplona. Hasta su conquista por parte de Sancho Garcés I en el 905, no hay constancia de un Rey ungido como tal.

Provincias Vascongadas- Región conocida en la alta edad media por el nominativo de Tierras de Álava, fue receptora del mayor número de colonos con origen aquitano.

Romance Navarro- Lengua hablada en Navarra, nacida de una evolución del latín influenciado por la lengua de Occitania.

Vascón- En origen habitante del Condado de Vasconia, en la falda norte de los Pirineos. Dígase también de la lengua hablada por los habitantes de éste Condado. Con la posterior formación de Vasconia como Ducado, se incluyeron bajo esta denominación nuevas tierras y pueblos en el norte teniendo como frontera la totalidad del curso del río Garona, incluyendo tierras cuya lengua era el Romance Franco.

Vascongado- Descendiente directo de los colonos vascones que llegaron a la península en las sucesivas colonizaciones medievales. Dependiendo tanto de la fecha de su migración como de su origen dentro de Vasconia, pueden tenerse como herederos de la lengua vascona (linguae vasconum primitiae), ó del Romance Franco.

Vasconia- Condado autónomo situado al sur de Aquitania con origen altomedieval, siendo asimilado posteriormente entre los dominios de la corona franca.

Vascuence- Evolución peninsular de la lengua vascona altomedieval.

Rogelio Taboada

Cantero artesanal, escritor e historiógrafo sangüesino

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