Jue. Abr 25th, 2024

Es necesario matizar un par de puntos en el jaleo de las traiciones romanas detallado en el capítulo anterior para una mejor comprensión de lo que nos llegó a ésta tierra, y que matizo de la siguiente manera:

El emperador legítimo de Roma era Honorio. Ante la debacle de un imperio enfrentando a las hordas germánicas, comenzaron las revueltas internas. En Britania, un soldado de vida desconocida se auto intituló como emperador, apoyado por las legiones britanas. Aquí nace la figura de Constantino III, con lo que ya tenemos a dos emperadores luchando entre si, en una Europa en plena conquista germánica.

En Hispania, una facción de la nobleza militar se declara partidaria de éste nuevo y autointitulado emperador, y se enfrenta a las tropas de Honorio, legítimo emperador. Las tropas de Honorio en Hispania estaban dirigidas por sus primos, entre los que encontramos a los ya mencionados Veriniano y Dídimo, defensores del Pirineo.

Constantino por su parte la primera decisión que toma como emperador, es dejar a Britania desguarecida de tropas, pasando todas sus legiones a la Galia para enfrentarse a Honorio. Este abandono supuso para Britania ser la primera provincia en perderse definitivamente para el Imperio. A las tropas britanas ya en la Galia, se le sumaron varias legiones, entre ellas las comandadas por el general bretón Geroncio.

Repasemos para no liarnos:

-Emperador de Roma: Honorio. Defensores de Honorio en Hispania: Veriniano y Dídimo.

-Emperador rebelde: Constantino. General al mando de sus tropas: Geroncio.

Conociendo Constantino la situación de los hermanos teodosianos en su defensa pirenaica, y temiendo quedarse flanqueado por ellos desde el sur, y por las tropas de Honorio que llegaban desde Italia, envía a Geroncio con un notable ejército compuesto por legiones britanas a terminar con su resistencia. El presbítero Osorius, una de las principales fuentes escritas de la época, nos dice que los nobles teodosianos finalmente fueron capturados, y entregados ante el intitulado emperador en su corte de Arles, fueron ejecutados.

Se desconoce si hubo una gran batalla entre las dos coaliciones, aunque la falta de referencias en tal sentido invita a pensar que no la hubo, siendo finalmente capturados los dos nobles valiéndose de otras artes.

El resultado es que las tropas movilizadas por Veriniano y Dídimo ganaron los montes del Pirineo huyendo del entente britano, afianzándose en la zona descrita en el párrafo francés del otro día: la montaña de Navarra, de Aragón, Bearn y Bigorra.

Todo esto añado, en el contexto de una Europa, una Aquitania en concreto, que estaba siendo arrasada a sangre y fuego por Vándalos, Suevos y Alanos. Enemigos de todos ellos.

A Geroncio, vencedor de la campaña, le es encomendada la tarea de defender los pasos pirenaicos sustituyendo a los Teodosianos. Así pues, reubica a sus tropas en la falda sur del Pirineo, y él junto con su familia toman residencia en Caesaraugusta.

El movimiento posterior que marcaría para siempre el futuro de nuestra tierra, viene en los actos siguientes.

Geroncio, descontento con su destino pues cree es inferior al que merece, y tras el nombramiento por parte de Constantino de un nuevo general en jefe, se revela contra Constantino, y nombra como César de Hispania…a su propio hijo. Máximo de nombre.

Esta decisión parece que no fue muy bien recibida por las legiones britanas acantonadas en nuestra tierra, ya que tras el anuncio del nuevo César, Geroncio y su familia se trasladan rápidamente a Tarraco, donde están acantonadas sus propias tropas.

Resumiré los actos posteriores con tres breves anotaciones: el reinado de Máximo fue de dos años; las legiones de Geroncio se desplazaron hasta Arles para enfrentarse a las del emperador Honorio, pero viendo el tamaño de su ejército, los soldados de Geroncio desertaron en masa y se pasaron al ejército Imperial; Máximo terminó sus días en un monasterio como fraile, y su padre, Geroncio, fue obligado a suicidarse.

El gran drama de estos dos años fue el que para obtener un ejército que pudiera plantar cara a los de sus oponentes, Geroncio pactó con Alanos, Suevos y Vándalos un acuerdo de federación, donde los germanos entraron a formar parte de sus tropas como auxiliares, a cambio de tierras en Hispania, abriéndoles así el paso a la península por el lado catalán, y sorteando entre ellos diferentes porciones de Hispania, menos –por suerte- la Terraconense, que la mantuvo libre de germanicos siendo como ya sabemos, la única provincia romana en la Hispania del fin del Imperio.

Por su parte las tropas britanas acantonadas en nuestra tierra, literalmente se vieron con el culo al aire, ya que eran seguidoras de la facción de Constantino, pero encontrándose rodeadas por Vacceos en el Pirineo, las tropas de Máximo por el este, y los germánicos por el sur y oeste, permanecieron aquí aun cuando su “emperador” también fue derrotado por Honorio en Arles.

Aquí es donde llega lo gordo en lo referente a la historia de Navarra, viendo en éstas legiones el origen de un nuevo pueblo, que rápidamente sería identificado en la alta edad media: los Navar.

No consta una identificación anterior bajo ese nombre en ningún documento de los que he sabido encontrar. Como no creo en las casualidades, tengo claro que estas legiones son el origen tanto del identificativo nominal, como de los emblemas que, de un modo u otro, han sabido llegar hasta nosotros en la actualidad. Incluso de una de las singularidades físicas en las que destacaban los navarros medievales.

Varias de las legiones britanas que llegaron al continente bajo el mando de Constantino, era identificadas por los títulos y condecoraciones de servicios distinguidos en acciones de guerra. Una de éstas condecoraciones, no muy frecuente pero inherente a las legiones britanas, fue la Láurea Navalis. Corona de laurel entregada a las legiones destacadas por sus luchas en el mar, y que legiones como la II Augusta reconvertida ya en Legio II Britannica ostentaba por su lucha contra los Sajones.

De ésta legión en concreto poco se sabe, ya que fue una de las que cruzó el canal de La Mancha con Constantino, y tras ser destinada bajo el mando de Geroncio nada más se supo de ella. Por lo menos que haya llegado hasta nosotros, ó haya sabido dar con ello, con lo que lo único que nos queda ya es entrar en el campo de la hipótesis, siempre de mano de los restos arqueológicos y referencias documentales que puedan ayudar.

Una legión marinera entre una población hispano romana de ascendencia celtíbera, hace a los recién llegados fácilmente identificables como el pueblo Naval, o gens Naualis.

Ésta realidad explica muchas cosas, como el aislamiento dentro del mundo romano altomedieval y una defensa que nos libró de lo más crudo de las incursiones germánicas, de las que el anteriormente mencionado Osorius describe en su obra como él mismo tuvo que salir corriendo de su ciudad, siendo perseguido hasta la misma playa donde se embarcó salvando la vida por los pelos, dejando su hogar y ciudad en manos de la barbarie.

También explicaría los emblemas que han atravesado los siglos hasta el día de hoy, como la corona de laurel que identifica a todo el valle del romanzado –nombre a medida para esto- cuyo mejor exponente es la tapa de sarcófago de Orradre que os muestro en la imagen principal de hoy, donde, además de ver la láurea, podéis ver el motivo que identificó para siempre a la población civil de nuestra región: la estrella de ocho puntas. Si bien el laurel se hizo común en un primer periodo, dejando sus últimas muestras en la alta edad media, la estrella de ocho puntas se mantuvo constante incluso con en auge de la media luna como símbolo ante los primeros pasos de la reconquista.

Laurea en Sangüesa

Recordamos del capítulo dedicado a la simbología romana, cómo ésta representación de Venus se tornó en emblema militar, encontrándola representada en la mayor parte de sus escudos. La II Britannica no fue menos. Podéis ver su escudo en la siguiente imagen:

Poco margen a la imaginación deja.

No hay más que compararlo con los primeros escudos empleados en la edad media, previos a la conquista de las cadenas. Incluso con el actual.

¿Casualidad?

Como no creo que existan, tengo estas similitudes como demostrativas de una asimilación simbológica que se mantuvo intacta a través de los siglos. Del mismo modo tras la llegada de los visigodos católicos que afianzarían la población final de ésta tierra en la alta edad media, se dieron forma a los nuevos núcleos poblacionales que deben su nombre directamente a este nuevo conjunto: Navascués y Nardués en el final y centro del romanzado, Navarzato en Roncal, Las Navas al lado de Sangüesa, Navasa y Navasal en la jacetania, La Naveta, La Nava y una serie de topónimos similares, sin olvidarnos por supuesto de su capital: Navardún.

En crónicas posteriores veremos cómo los moros identifican a ésta población como la que da nombre a su comarca. Pese a que la mayoría de estudiosos otorgan al sufijo -dunum un carácter celta, por mi parte tengo claro que es un sufijo plenamente latino. Romano. Que identifica además a núcleos construidos en los tiempos de Roma, y que se caracterizaban por ser capital. Las dos Lugdunum francesas, por ejemplo, ó directamente la Dunum germánica, que aun conserva la sepultura de su primer caudillo germánico.

Ésta Nauardunum se muestra como principal en la alta edad media como veremos más adelante, señalando aquí otra de las «casualidades» que se dan en este estudio, que es el que todas las poblaciones anteriormente señaladas se encuentran delimitadas geográficamente con su frontera oeste en Loiti, la norte en los Pirineos, la este en el río Gállego, y la sur en la extremadura de San Pedro.

Casi casi en la antigua Gallaecia al milimetro contao por su parte norte. Con la inclusión del nuevo pueblo Navar, se dan paradojas poblacionales como la de encontrar la población de Navascués a sólo diez kilómetros de Gallués, ó el núcleo principal de Las Navas sólo a quince de Gallipienzo.

Lejos de ver cómo desaparecen culturas, comprobamos de primera mano que si algo tiene ésta parte de Navarra es un cúmulo de culturas asimiladas en armonía, que si algo demuestra es la esterilidad práctica en una defensa de un supuesto pueblo primigenio cuyo primer festín de chuletón fue a base de magra de dinosaurio y se mantuvo así hasta la llegada del Romanticismo, donde tal condición se hizo pública.

Pondré punto y final al capítulo de hoy haciendo mención a las almadías. Ensamblaje de troncos construido para su transporte por los ríos de nuestra región, Esca, Aragón, Iratí y Salazar, son conocidas hoy sobre todo en Navarra por este nombre tan moruno como interesadamente difundido: Almadía. Pero si echas un ojo a la documentación histórica, te das cuenta de que a lo largo de nuestra historia a este tipo de embarcaciones se les ha llamado desde siempre, Navatas. Aun hay pequeños núcleos en el actual Aragón que mantienen –por suerte- este uso nominal, aunque, todo hay que decirlo, siendo presas ya de las nuevas teorías politicoides dentro de la historia, que les hace que de un tiempo a esta parte escriban dicho nombre…con B.

Daremos paso en el capítulo siguiente a otra de las peculiaridades que se dieron en nuestra tierra causadas por el aislamiento de la población hispano romana, que también tuvo su repercusión en la arquitectura y la construcción de nuevos edificios:

El arte prerrománico en Navarra.

Rogelio Taboada

Cantero artesanal, escritor e historiógrafo sangüesino

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